Por si no quedaba claro con su primera aportación a Masters of Horror (Jenifer), Darío Argento reconfirma que es un "freak" de los que ya no quedan y se encarga de cubrir, en esta segunda temporada, el hueco que dejó la marcha de Takeshi Miike; No, en esta ocasión no tenemos un mediometraje salido de tono, extremadamente violento ni con un constante goteo de sangre, sino una especie de cómic sesentero serie B, no lo suficientemente perfilado como para destacar fuera de esta mediocre segunda temporada de MoH.

La historia se resume en un padre y su hijo y la cacería de una cantidad de mapaches para vender sus pieles. El cazador llama por teléfono a un dueño de un taller de pieles para que vaya a verlas, y cuando aparece, tanto el cazador como su hijo están muertos. Las pieles son tan cojonudas que atontan a la gente, etc., por lo que el dueño de la tienda planea hacer una gabardina con esas pieles para que una stripper que se la pone dura -y con razón- la use en un desfile de moda. FIN. Evidentemente esto es un resumen -sin spoilers- de la trama, que no sorprende pero si que tiene esa estética puramente cómic.

Hay escenas bestias y salidas de tono, no en plan "Imprint", sino violencia gráfica, como el final o las distintas muertes, especialmente una donde en un primer plano observamos como una tía se empieza a coser la cara -ojos, boca, nariz-, con el consecuente añadido de sangre y demás. Más allá de esto, Darío Argento vuelve a fallar en lo principal, en contar algo o mostrar algo que pueda ser recordado -más allá de la stripper, que está especialmente buena-. Aún con todo, y pese a su irregularidad, de los mejores de la segunda temporada, lo cual tampoco es decir mucho.