Naves espaciales, alienígenas insectoides, armas de energía, persecuciones, discriminación, sangre, palizas, puñaladas, traiciones, vómitos, desintegraciones, controles de plagas, peleas de gallos, experimentos crueles, complicidad, ternura, McGuffins, discrimación, desalojo indiscreto, explosiones, tráfico de armas, comida para gatos, mutaciones, campos de concentración "blancos", abduciones, robots pilotables, promesas, flores y, sobre todo, alma.

Todo ello con el miserable presupuesto de 30 millones. Los 30 millones mejor gastados que he visto jamás en la gran pantalla.

Lo cierto es que los seres humanos vemos lo feo, lo raro, lo sucio o lo inferior con la imagen de un insecto. Pero también vemos con la misma imagen la crueldad y la miserabilidad. Y Distrito 9 es una cruel, sangrienta y desgarradora historia sobre la pérdida de humanidad y el camino por la delgada línea que separa al hombre del monstruo, bajo la forma de un cuento de ciencia-ficción en clave de documental. Esta aventura, repleta de crudeza y dramatismo, nos lleva hasta la extenuación pero nos deja con un rayo de esperanza a conservar siempre y que nos ayude a sacar lo mejor de nosotros en la peor situación. Es entonces cuando descubrimos nuestra humanidad, perfectamente representada en el trágico pero bello desenlace y en el fin de la desventura de nuestro protagonista.

Creo que lo único que me hace dudar de ponerle un 10 a este filme es la inclusión de un McGuffin de bastante peso, el tópico cinematográfico que más odio. Y puede que, tratándose de esta película, el número 9 le venga más redondo. Quizá nunca lo tenga claro.

En cualquier caso, he de alabar las interpretaciones de Sharto Copley y Jason Cope, plenamente convincentes en todo momento, sin contenciones ni idioteces. Lo mismo de la imprevisible historia y su precioso final, un final tan increíble como pocos he visto en el cine.
La relación de comercialidad y calidad rara vez me ha agradado tanto.

Además, un detalle muy simpático es que el director parece ser admirador del juego "Half-Life". Lo alienígenas recuerdan a los vortigaunts, y el protagonista puede tener un aire a Gordon Freeman. Y no falta la célebre arma gravitatoria.

"District 9" ya es un clásico por derecho y méritos propios para la posteridad. No sólo es una buena lección de cine y un debut estupendo, es también una de las más provocativas y directas representaciones artísticas en reflexión sobre las condiciones del ser humano.