Boyle con esta película demuestra que Trainspotting no fue tan solo un chispazo y si se lo propone puede regalarnos obras maestras, como esta. El comienzo es brutal, la escena del origen del exterminio zombie no pudo ser mejor dirigida, las intenciones del director es desde ya mostrarnos la inmoralidad del ser humano donde crea enfermedades para crear medicinas, de manera innecesaria, llevándose con sigo miles de vidas en vano. Posiblemente la rabia sea una metáfora al sida, donde esta se contagia y si la llegas a tener no hay salvación alguna.

En el cuerpo de la película, el grupo de militares lejos de ser un tipo de Deus ex machina resultan ser los verdaderos enemigos, sí, los mismos seres humanos son los villanos. La escena de la confesión del líder de los militares es exquisita y aterradora a la vez, una clara demostración de que en los momentos más difíciles florece lo más oscuro de nuestra naturaleza, la maldad.

Como es de esperar en este tipo de obras de supervivencia, la victima en un estado de venganza logra convertirse en el victimario. A pesar de eso, de lo convencional que resulta ser, también es muy bien llevado gracias a unas escenas de acción con mucha tensión. El final, preciso, esperanzador.