Cuesta seguir el hilo de la película al principio, en donde vemos el crepúsculo de la Primera Guerra Mundial, esa guerra de trincheras y ratas, que dejo miles de mutilados, y un paisaje idóneo para una Europa dividida, que se emplazó veinte años más tarde para aniquilarse de forma más seria.

De la guerra y su fin, pasamos a Bucarest, en donde el capitán y sus soldados delinquen y muestran la cara negra de la contienda. Decía Wellington que nada había más cruel que una victoria en una batalla, pues acto seguido, los vencedores despojaban a los muertos de sus enseres, dientes oro incluidos... Cuando llegamos a este punto de la pelicula, creemos encontrar el motivo del visionado, llevamos una hora...

Pero no, aparece un soldado sin personalidad, juzgado por haber delatado a su ejército contra el enemigo...