Una de las pocas veces que Hollywood se ha permitido el lujo, con un humor negro SORPRENDENTE a contar la decadente historia de la vida, la pasión y la familia.

Con ligeros toques cómicos al principio (véase los hijos y los dulces) el filme avanza rápidamente hasta la escena que desata toda la locura y que consigue crear una atmósfera malsana pero con un humor agudo y eficaz que mantiene en vilo al espectador.

¿La situación? Sencilla, Turner le admite a Douglas que cuando ha tenido un infarto soñaba con que se moría.

El resto es una conexión entre situaciones rocambolescas pero MUY INGENIOSAS (y escenas míticas como Douglas comiendo ¨el paté¨ o la escena con el horno) que demuestran lo RÁPIDO que ese matrimonio se ha desintegrado.

Todo contado por un Danny DeVito acertado, tanto en la dirección como en la actuación con un personaje más secundario.

Y el mayor acierto es condensar en dos horas, el ascenso, la caída y la redención del matrimonio típico americano. Se empieza con la pasión y se acaba en la desidia.

Literalmente, es un filme que cualquier pareja con espíritu crítico y con un humor negrísimo debería ver.

Para ver y reflexionar.