Deliciosa. Destila sentimiento en cada toma, cada fotograma esta filmado con un gusto exquisito. El apartado técnico es perfecto, la música que acompaña a la película genial.
Pero todo eso no valdria nada sin los protagonistas, Ryan Gosling y Emma Stone traspasan la pantalla, cantan, bailan, ríen lloran... todo en su medida, sin estridencias ni falsos ártificios, en una historia de amor mesurada y equilibrada, creíble (cosa de la que adolecen muchas películas romanticas).
En fin, una película perfecta, tan redonda que para mi es ya un clásico imprescindible del séptimo arte.