Hemos visto muchas veces la premisa en la que se basa esta película, pero siempre contada a través de enredos, con equívocos que dan lugar a situaciones cómicas y que, aunque al final tienen su momento dramático, no dejan de ser comedias románticas al uso. Sin embargo, "El amigo de mi hermana" tiene una visión de los hechos algo diferente.

Esa peculiar y realista visión es lo que la diferencia de la mayoría, y diferenciarse es imprescindible si se quiere dejar huella. La premisa y las situaciones que se suceden se producen como si de una obra de teatro se tratase, sin multitud de escenarios, sin amigos de todas las partes implicadas de un lado para otro. Aquí, con ellos tres es suficiente porque expresan absolutamente todo lo que hay que expresar, en un solo escenario y siendo maduros y consecuentes. Ese tono de madurez ácida y actual hace florecer los problemas que arrastran estos personajes que atraviesan una crisis existencial y que no saben muy bien cómo afrontar.

Este triángulo amoroso lo forman tres actores que realizan un gran trabajo, encarnando a personajes inseguros y lastrados emocionalmente con mucha personalidad y constancia. No se podría (o debería) destacar a ninguno porque todos rayan en el mismo nivel, pero a Blunt siempre se le asocia con estos proyectos, y suponemos que es complicado encontrase con esta situación en un rodaje. Con estos mimbres, Shelton (directora para la que un trío no es la primera vez) traza un relato intimista y cercano con el que conmueve lo suficiente como para que entendamos las motivaciones de cada personaje.