Alguien podría haber tenido el detalle de avisar a Lamata de que para conseguir una película inteligente no es necesario que todos los diálogos lo sean, o que cada frase deba tener un significado con el que el público tenga que reflexionar. El guionista, también director para cerrar el círculo, ha querido jugar con este estilo propio pretendidamente inteligente que intenta que cada personaje sea más ingenioso que el que tiene a su lado, y ese estrés generado para lograrlo hace que lo que en un principio sea original y refrescante acabe siendo hasta cansado para el espectador.

Porque estos diálogos tan calculados y guionizados corren el riesgo de parecer artificiales, quizás lo sean. No hay improvisación o naturalidad en la propuesta con esos personajes tan cultos hablando de Bukowski e imaginando cómo sería la historia romántica en supuestas circunstancias. Pero “Nuestros amantes” juega bien con los elementos que maneja más allá de tener este envoltorio tan pomposo. Lo que en un principio comienza como una historia sin detalles y con todo por descubrir se convierte en una liosa comedia romántica al uso en la que los esforzados protagonistas se conocen mutuamente poco a poco, de forma que los malentendidos forman parte de la historia de manera natural. No se fuerza nada y el público conoce la historia al mismo tiempo que la protagonista. Jenner y Noriega, pareja protagonista saben lo que Lamata busca y dentro del guión están bien, algo que se puede decir en menor medida de la otra pareja, ya que tanto Diego como Salamanca apenas tienen momentos para lucirse.

Esta historia de dobles parejas funciona siempre y cuando el espectador sea paciente hasta el siguiente efecto y sepa apreciar ese desarrollo en el que todo cuadra y su final, bastante mecánico y demasiado predecible que pone un decepcionante colofón a una película que se pone el listón muy alto en su forma, pero que se conforma con cumplir el expediente en su contenido.