Las dos temporadas anteriores fueron descomunales, pero ésta, desde mi perspectiva, es floja. Sumamente forzada hasta en la actuación excesivamente repulsiva e incomoda de David Thewlis como V. M. Varga. Puedo entender que el ser repugnante es parte de la idea del personaje, pero cuando se exagera, algo siempre termina fallando.

Las únicas razones que tendrías para ver la temporada son:

No quieres quedarte sin ver una temporada de Fargo, aunque hacerlo sea un suicido.

No quieres perderte la posibilidad de ver un rayo entre la oscuridad de esta tercera temporada de Fargo y quieres deleitarte tanto con la belleza de Mary Elizabeth Winstead como Nikki Swango, así como algunos destellos de histrionismo puro de Ewan McGregor en su doble papel como Emmit y Ray Stussy.

Fuera de esas opciones, no se justifica el tiempo frente a pantalla que requiere el ver un intento fallido por tratar de mantener a Fargo en lo más alto. Ya veremos qué sucede con la cuarta temporada. Espero que la tercera temporada sea sólo un bache en el camino y no una clara invitación al funeral de Fargo.