La obra maestra de Frank Capra viene a nuestros hogares todas las navidades a recordarnos qué somos, por qué estamos aquí y a ponernos en bandeja una historia maravillosa que es un cuento y a la vez un duro drama humano.
Todo en ella es extraordinario: su reparto: un James Stewart que nunca estuvo tan soberbio, una Donna Reed dulce y contenidamente soñadora, un Lionel Barrymore que acomete a la perfección el papel de malvado, el "angel" Henry Travers, etc.
El guión, magnífico llevado a la pantalla con maestría y utilizando recursos narrativos y visuales adelantados a su época, lleno de secuencias todas ellas inolvidables, unos personajes deliciosamente humanos, una navidad perfecta muy "capriana" pero tan única y conmovedora que más de 60 años después conserva intacto su encanto y su mensaje.
Y aunque la pongan siempre por navidad, su leiv-motiv vale para todo el año, su frescura ha valido para más de un siglo, su ternura para siempre.