El cine de Spielberg se desarrolla en una nube algo alejada de la realidad, con personajes y situaciones idealizadas, tópicas, con una sutileza sin aristas y una concepción de las cosas un poco infantil. Si se acepta eso, esta es una película amena y emotiva, con la inteligencia y el buen hacer que también tiene Spielberg, y con dos personajes atractivos y bien interpretados, el del abogado y el del espía ruso. En la familia del protagonista se le va en cambio la mano, ya que más que una familia parece un decorado. Y en términos generales, quizás le falte algo de la chispa y vitalidad que tienen algunas de sus mejores películas.
En cuanto a estar basada en hechos reales, esta es una muleta en la que se suelen apoyar los directores para hacer creíbles algunas de sus fantasías. Estoy seguro de que los auténticos hechos eran más planos y cutres que en la película, y los personajes más interesados, vulnerables y pringosos.