Por fin el cine comercial se atrevió, después de varias tentativas, a llevar al cine el relato corto escrito por Annie Proulx, sobre la historia de dos vaqueros homosexuales. Parece ser que en aquellos tiempos, el hecho de que un actor interpretara a un personaje gay abría las puertas a las especulaciones, por ello directores y estrellas rechazaban participar en el proyecto, hasta la llegada de Ang Lee.

Cogiendo de base la novela y adaptándola a los parámetros Made in Hollywood, el director construye una de las grandes obras románticas de la historia del cine. "Brokeback Mountain" habla del amor, de ese amor prohibido que tantos y tantos sufrieron, cuando la sociedad no hacía más ademán que intentar separarlos. En un entorno hostil para cualquier tipo de emoción, dos vaqueros se enamoran el uno del otro y, ante la incapacidad de perpetrar esa relación, sus camino se separan, arrastrando con ellos a todos los que le rodean. La infelicidad crea más infelicidad. Ninguno es capaz de sobrellevar el dolor de la pérdida del ser querido. Y esto es de lo que habla la película del director taiwanés.

Sin ningún tipo de estridencia y, alejándose de cualquier tipo de estereotipo o prejuicio, el film narra, de manera cruda y con una subyacente melancolía, esa desgarradora historia amorosa que hiere en lo más profundo del corazón. Con escenas para el recuerdo, como aquellas en que dos camisas son las protagonistas, o el primer reencuentro de ambos después de un largo periodo, ante la perpleja mirada de la mujer de uno de ellos. La montaña se nos presenta como el único santuario terrenal que permite que ese amor fluya entre sus rocas y ríos, por ellos los personajes siempre acaban volviendo a ese lugar, aunque eso también signifique el final.

Pero si por algo destaca precisamente el film, dejando a parte la magnífica dirección de Ang Lee y la estupenda banda sonora, melancólica donde las haya, es por el gran trabajo del elenco interpretativo. Heath Ledger construye un Ennis del Mar profundo, comedido, donde las miradas y los silencios dicen más que cualquier palabra (basta un sola imagen de su mirada para llenar de forma pasmosa el plano). Por su lado, Jake Gyllenhaal aporta a su personaje esa frescura y desfachatez propia del actor, consiguiendo una química y una harmonía entre ambos, tan opuestos, pocas veces vista es pantalla. El sufrido elenco femenino no se queda a la zaga, la fragilidad con la que Michelle Williams aborda su personaje es sorprendente, Anne Hathaway ofrece el contrapunto perfecto.

Después de analizar el film y sus consecuencias, (se sale verdaderamente tocado al finalizar el visionado), uno se pregunta sí realmente existe tanta homofobia en la Academia como para haberle arrebatado de la peor forma el Oscar a la Mejor Película de su edición a favor de "Crash" de Paul Haggis (¿Alguien se acuerda de ella?), cuando realmente la película no habla del amor homosexual sino de ese amor sin paliativos, que no entiende de sexo, ni colores ni ideologías y que, debido a las concepciones moralistas de la sociedad, es abocado a la destrucción de todos aquellos que participan.

Como apunte, la curiosidad en cómo hubiera afrontado el proyecto uno de los nuestros, Pedro Almodovar, director tanteado para la realización y que de bien seguro, hubiera ofrecido un producto interesante a la vez que carnal.

Lo mejor; El reparto, la música, la fotografía, la dirección de Ang Lee, etc.

Lo peor; Tener prejuicios al visualizar la película, siendo estos una barrera para llegar al corazón de la historia que se nos narra.