Philadelphia de Jonathan Demme, es un drama sobre la homosexualidad y el Sida, sobresaliente y emotivo. Dirigida con un ritmo vigoroso, realiza una obra arrojada y temeraria, innovadora e íntima, con un resultado asombroso e impecable, excelente e inteligente a la hora de llegar al corazón de un público, entregado por su lucidez y trama arrolladora.
La fotografía, es magnífica e ingeniosa, sacando lo mejor de unos decorados alusivos y sugerentes según el momento y el personaje. La música, es bella y grandiosa de la mano de Bruce Springsteen, por ser emotiva y sentimental en los momentos oportunos, e intrigante y conmovedora en las escenas adecuadas. Resaltando además, unos montajes astutos con flash-back en determinados momentos para ponernos en situación.
Las actuaciones, son inverosímiles, naturales y brillantes. Con Tom Hanks con profundidad psicológica, y muy convincente, Denzel Washington espléndido, cumplidor y con personalidad, Antonio Banderas convincente y acertado, y sensible y sentida Joanne Woodward en su papel de madre del protagonista. Usando vestuarios, caracterizaciones y decorados alusivos y dejando claro el estatus social de los protagonistas.
El guion, es conmovedor, absorbente y sustancioso, además de estremecedor y provocador por llevar a cabo una historia desesperanzadora, penetrante, excelente y espléndida. Con planos y movimientos de cámara, con primeros planos, primerísimos planos, planos detalles y cámara en movimiento que dan gran realismo y dramatismo al film, al mostrar la naturaleza de los personajes.
En conclusión, la considero una obra inolvidable e imprescindible, excelente y magistral. Por estar llevado a cabo y argumentada de forma enternecedora y sentimental, impecable y pesimista, llegando al público de forma certera y verosímil, gracias a un trabajo inmenso y provocador para todos los públicos, para seguidores de grandes historias sentimentales, y trabajos en interpretaciones sensacionales y efectivos.