Eastwod tras sus últimas dos obras maestras no desfallece en el intento de contar historias con la genialidad que caracterizan sus dos filmes anteriores a éste. Quizá la trama pueda fallar en una primera lectura, pero tras visionar dos veces el filme, te quedas con la esencia más importante del cine: una puesta en escena que imbrica la muerte con la belleza y la plasticidad estética de una secuencia inquietante. Un desarrollo de los personajes que sitúa incluso a los más cautos dentro de la historia y un desenlace que no deja indiferente a nadie. La cuestión más obvia no es ese falso proselitismo de unos personajes llevados por una fuerza a convertir la temática del filme en una misma causa, sino la frase: "una vida de muerte no es una vida" que conduce hacia el climax final con el apretón de manos entre la periodista y el medium: no se puede evitar a la muerte, pero se puede vivir junto a ella con toda la belleza que nos rodea, con el amor. En "American Beauty" nos los repitieron hasta la saciedad, pero Eastwod vuelve a hacer un alegato maravilloso a la vida como ya hizo con "Million Dollar Baby" . Lo ha bordado de nuevo.