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United States United States · Raccoon City
Maldito Bastardo rating:
6
Drama. Sci-Fi Meet Waldo... a CGI blue bear from a children's educational TV show who in reality is an anarchic character on a satirical late-night topical comedy show. Behind the scenes, Waldo is voiced and controlled by failed comedian Jamie Salter. When the channel decide they would like to give Waldo his own pilot, the production company enter him into a political race against one of his victims, Conservative Liam Monroe, for a stunt. Jamie isn't ... [+]
Language of the review:
  • es
March 1, 2013
47 of 57 users found this review helpful
“The Waldo Moment” posiblemente no esté a la altura de sus predecesores pero sus ideas, moralejas y paralelismos con la crónica política actual sean tan certeros y afilados como dagas. El capítulo fue emitido en un momento de tensión y desconcierto por los resultados en las elecciones italianas, donde el triunfo de Beppe Grillo —un humorista— ha planteado un debate sobre la validad del voto en un sistema democrático y la nulidad de planteamientos y hastío en su electorado. ¿Se puede elegir cuándo no ha nada que elegir? En “The Waldo Moment” un comediante pone voz y ‘anima’ a un popular personaje de dibujos animados con carácter burlesco y ofensivo. «Solamente está para cabrear», afirma su creador. La farsa se introduce en el mundo de la política por su productor para aumentar los índices de audiencia y popularidad propia del oso llamado Waldo. El favorito en las futuras elecciones es víctima de la burla constante y humillación… de un concepto falso que comienza a ganarse la simpatía del público y, por lo tanto, de los votantes.

En esta ocasión las diferencias entre la idea y el resultado son demasiado notables. “The Waldo Moment” podía ser mucho mejor a nivel argumental aunque interesan, como siempre, las ideas y el debate que establece. La popularidad y el desgaste de los políticos es evidente. Waldo no es real, pero es más real que el resto de contrincantes… No obstante, los objetos de la ficción se vuelven inestables… ya seas Satoshi Kon o Charlie Brooker. El discurso, en esa suma de CGI, redes sociales y APPs, se ve afectado por esa historia de amor y la búsqueda de la felicidad del comediante que está detrás de Waldo. Es cierto que había que dotar de una trama ‘humana’ al capítulo… pero a Brooker se le exige algo que rompa moldes, no que se adhiera a ellos.

Lo interesante es que la política es dibujada como una simple fachada. Da lo mismo ser un desagradable oso de color turquesa que suelta palabrotas y enseña el pito… que lucir sonrisas, trajes y falsas promesas. Aquí, hay moraleja. Lo que parece una revolución del pueblo realmente es un mecanismo del sistema para fingir una pretendida liberalización. ¿Todo lo que está tocado por la política es falso y manipulado? Una misteriosa ‘Agencia’, por ejemplo, desea utilizar a Waldo como ‘el perfecto asesino’ para derrocar regímenes a través de la simpatía, concepto anárquico y afán renovador que engendra en la sociedad. El idealismo acaba siempre apestado de la mundo civilizado y canónico, golpeado por una porra y sometido por el poder. No hay escapatoria dentro de esa ‘pantalla negra’ que forma nuestro mundo, nuestra propia distopía.


El momento porfa-please del capítulo:

—¿Hablas español?
—Viví en Madrid tres años.
—Excelente.

Perdonad, no ‘habláis’ español… ¡Habláis guiri-spanish!
Maldito Bastardo
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