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United States United States · Raccoon City
Maldito Bastardo rating:
5
Comedy Paris in 1960. Jean-Louis and Suzanne Joubert are no longer exactly youthful. This stockbroker and his wife live a quiet, middle-class existence in an elegant tenement building. You might even describe their lives as dull – especially since the children have been packed off to boarding school. Things are a good deal livelier on the sixth floor of their building where all the female staff live. The most recent arrivals are ‘guest ... [+]
Language of the review:
  • es
June 15, 2012
28 of 35 users found this review helpful
Guiñoles y polémicas franco-hispanas aparte, “Las chicas de la 6ª planta” demuestra una única cosa: los franceses nos tienen envidia. Da lo mismo que pasemos por una Guerra Civil y una dictadura, que tengamos que utilizar un baño comunitario atrancado por las heces o una crisis económica que obligue a llevar ropa interior de esparto a nuestros bisnietos. ¡No importa! Siempre quedará ese reducto de felicidad, de vida y esperanza. Esa 6ª planta que todo el mundo desea encontrar… y donde vivimos (y viviremos) siempre los españoles. Es cierto que la película de Philippe Le Guay (no hagan juegos de palabras con su apellido, por favor) prefiere quedarse felizmente en la tercera planta que marca… El retrato de ese grupo de españolas y, por supuesto, la llegada de una joven alegre que empezará a provocar una pequeña revolución en la vida del matrimonio burgués que decide contratar sus servicios. La insatisfacción aparece rápidamente en la figura de Jean-Luis que verá en ese grupo de mujeres un reflejo de sus complacencias.

El flamenco y el spanish-way-of-life se apoderan de la vida de ese señor sosaina, cuya existencia ha carecido realmente de significado. La magia española existe y está en la paella, en la tortilla de patatas y en el canto. Esa poética que vemos invisible en nuestra percepción pero que aquí queda patente entre sonrisas, lágrimas y el sabor de amistad. Tal vez “Las chicas de la 6ª planta” sea un tanto superficial y su mirada parcial hacia ciertos estereotipos. Queda entre la comedia costumbrista con un fondo romántico e incluso cierta sátira política. Posiblemente las armas con las que construye el juego Philippe Le Guay son elementales y recurrentes. Se sabe lo que uno va a ver pero la magia del cine francés y de sus comedias es que siempre suelen tener ese punto de sencillez y entretenimiento que les falta a las nuestras.

Los tópicos y cierta exageración denota que efectivamente, al igual que sucede con los hijos del matrimonio burgués protagonista, se desconozca lo que más cerca se tiene. De hecho, la metáfora es obvia en esa planta que está arriba, que se sabe que existe pero donde nadie quiere ir… Tal vez cuando uno cruza la frontera quede prendado por lo que allí encuentre. Y no hablamos del lugar sino del sentimiento de las personas. Una clara alegoría de muchos espectadores que repudian el cine francés por una imagen preconcebida e insatisfacción por el que se realiza en nuestro país. Esperemos que ese nexo de unión que propone la película genere un puente de entendimiento.
Maldito Bastardo
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