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mansilla rating:
5
Drama Young Josu Jon (Óscar Jaenada) has been wounded while trying to ignore a Civil Guard control after setting fire on a truck. He has lost his memory. Entered in the prison hospital, he does not know very well who he is, but other inmates of the same organization help him to remember that he is a courageous gudari, and that when leaving prison he will return to the fight. A professor at University, Xabier (José Coronado) is threatened by ... [+]
Language of the review:
  • es
April 12, 2008
34 of 43 users found this review helpful
La última película de Gutiérrez Aragón cuenta la historia de un profesor vasco que vive amenazado por el terrorismo simplemente por expresar sus opiniones, es decir, cuenta la historia de un drama real que hoy viven miles de vascos y que casi nadie se atreve a llevar a la ficción. ¿Por qué no hay más películas que traten el mayor drama que vive nuestro país?
Sobre las cualidades del film, a mi “Todos estamos invitados” me ha parecido una película fallida. Empieza muy bien, con gran pulso y con tensión (muy bien rodadas todas las secuencias de violencia), pero hace aguas en los personajes, que me han parecido planos, inexpresivos. Veo a José Coronado perdido, mal dirigido, y veo que la relación de los protagonistas, el profesor y su esposa, no funciona, e incluso chirría en algunas escenas (como cuando caminan por la playa, con tanto exceso de música y de sensiblería). Buen casting el de los proetarras: son idénticos a los descerebrados que vemos en los telediarios (los que no vivimos en el País Vasco, claro). Curioso: son personajes tan simples que si no supiéramos que realmente son así no nos los creeríamos en la ficción. Buena idea la de introducir a la Iglesia en el filme, pero mal desarrollada: la escena de la confesión de Josu Jon – excelente Oscar Jaenada-, casi produce sonrojo. El mayor acierto de la película, en mi opinión, es cómo mezcla las indudables excelencias del País Vasco (paisaje, paisanaje, gastronomía…), con la barbarie del nacionalismo fascista; el director se recrea con acierto en la gran gastronomía vasca, y nos recuerda que el sabor inigualable de unas cocochas puede ir acompañado de una amenaza de muerte si quien te las ha cocinado no comparte tus mismas ideas. Estas cosas pasan en el País Vasco, y ojalá haya más gente que se atreva a contarlas.
“Todos estamos invitados” no es una buena película, pero sí una película necesaria.
mansilla
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