Esta no es una película de terror sino un horror de película, que es algo muy distinto. No sé muy bien por dónde empezar a... criticar? Precisamente lo difícil es encontrar en esta cinta algo que elogiar. Empezando por diálogos ridículos, planos inconexos, secuencias cansinas, música desquiciante, personajes patéticos y un color de sangre que parece sacado de la selección holandesa de fútbol, pasando por la acentuada ausencia de guión y acabando con un final de lo más cutre y explotado, sólo queda decir que el mejor actor ha sido el perro lazarillo.
Este ladrillo soporífero en el que al visionar cada secuencia no puedes enterarte bien de lo que ves, por estar todavía dándole vueltas en la cabeza a lo que acabas de presenciar para encontrarle un sentido, no sólo agota la paciencia sino que pide a gritos un final urgente para poner fin a tanta incapacidad cinematográfica.