En esta sucesión de once relatos, once mesas en las que se fuma y se bebe café, entre el surrealismo, el humor incomprensible y una idiotez suprema por el que van desfilando de Roberto Begnini a Bill Murray, de Tom Waits o Iggy Pop a Steve Buscemi y un amplio ramillete de caras conocidas y desconocidas, poco salvaríamos de una película repetitivamente minimalista o minimalistamente repetitiva, tanto da, a lo sumo el corto de Cate Blanchett “Cousins” en el que interpreta a los dos personajes de un relato de envidias y soterrado odio, o “Somewhere y California” donde Tom Waits e Iggy Pop se enzarzan en una tan mentecata parla de lugares comunes que hasta produce risa o, posiblemente, el mejor de todos “¿Cousins?” protagonizado por Alfred Molina y Steve Coogan y, si me apuran, el último de todos, el monólogo de Bill Rice. Magra cosecha para un conjunto de escenas vacuas e inanes de gente que toma café, fuma y dice banalidades. No es irritante sino intrascendente. Nada esconde. Es sólo lo que se ve. Todos los personajes actúan con roles con su nombre real. A la cuarta o quinta historia ya deja de interesarnos y el bostezo va ocupando los minutos y nos preguntamos cuando aparecerá el Jarmusch de “Stranger tan paradise” (1984), “Down by law” (1986) o “Mistery Train” (1989) por hablar de sus primeras y más interesantes películas antes de convertirse en un imitador de sí mismo. Inesperadamente aburrida.