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Archilupo rating:
6
6.7
15,424
Drama
This film tells the true story of Mexican painter and 20th century icon Frida Kahlo (Hayek), focusing on her often rocky relationship with husband Diego Rivera (Molina), and their place in Mexican society. Included in the mix will be David Siqueiros (Banderas), Rivera's rival in the Mexican art world, Tina Modotti (Judd), a famed Italian photographer, and Nelson Rockefeller (Norton), who famously contracted Rivera to paint the lobby ... [+]
Language of the review:
- es
December 15, 2009
60 of 70 users found this review helpful
1) Nunca hubo pintora tan célebre como Frida Kalho. Se autorretrató sin pudor ni narcisismo: el rostro piloso y un cuerpo atormentado por dolencias crónicas. Funde el surrealismo popular de los exvotos con clásicos estudiados en la Preparatoria Nacional, buque insignia pedagógico de la Revolución Mexicana.
Sus favoritos eran Brueghel y El Bosco.
A los 18, un accidente le dejó lesiones permanentes en la columna. Con rica iconografía lo reflejó a lo largo de una obra iniciada en la convalecencia, gracias a un caballete preparado por el padre, fotógrafo húngaro.
Otro estímulo fue el muralista Diego Rivera, a quien Frida mostró sus primeros cuadros. El mujeriego Rivera captó talento y la animó decisivamente. Empezó entonces una tormentosa relación entre la desigual pareja. En los siguientes 25 años se casaron dos veces y se auparon como creadores, cada cual en su campo: Rivera el objetivo, dado a representar la Historia con realismo cubista, y Frida el juego de máscaras de su visionaria vida interior, conectada a raíces mexicanas.
2) La presencia de Rivera, el mejor de los amigos y el peor de los maridos, marca el tiempo biografiado, que arranca con el traslado en cama de Frida, en lo último de su corta vida. Inutilizada por los dolores, hinchada por la morfina, la llevan a la única exposición que celebró en su país.
Por el camino, un flashback la regresa a sus 15 años (1922), alegre colegiala que corre con los compañeros a espiar cómo el “barrigón” Rivera examina de cerca a una modelo al pie del mural que pinta en la Preparatoria.
La apasionada unión de ambos pintores, las tiranteces y desencuentros, el activismo comunista y las fiestas de intelectuales bohemios, el viaje a EEUU para unos encargos, la rivalidad con Siqueiros y Orozco, las infidelidades y los escarceos sáficos, la maternidad frustrada, las recaídas de “la tullida autosuficiente” (como ella se definía), la íntima amistad del refugiado Trotsky, la gangrena y la silla de ruedas… Y todo el tiempo la frenética autorrepresentación en numerosos cuadros pequeños, tan oníricos como exactos, hasta concluir flashback y película sobre quien, coherente, decía “esperar alegre la salida, deseando no volver jamás”.
3) Por la identificación con el personaje (véase la inspirada intensidad con que lo encarna) Hayek, alma total de la película, puso especial empeño en la producción, varios de cuyos aspectos están resueltos con gran calidad: el vestuario y la ambientación, con esos arqueológicos microbuses; la bella música de arpas, las rancheras y Chavela Vargas en persona…
La dirección de Julie Taymor demuestra en secuencias una inventiva brillante que rompe cierta monotonía del ritmo:
-Los dibujos animados de esqueletos, a lo Burton, en la conciencia que sale aturdida del coma.
-La postal de NY, original collage móvil, y la fantasía de Rivera como King Kong.
-Los lienzos dinámicos, fundiendo obra y vida en la recapitulación.
Reparos en el spoiler, sin revelar argumento:
Sus favoritos eran Brueghel y El Bosco.
A los 18, un accidente le dejó lesiones permanentes en la columna. Con rica iconografía lo reflejó a lo largo de una obra iniciada en la convalecencia, gracias a un caballete preparado por el padre, fotógrafo húngaro.
Otro estímulo fue el muralista Diego Rivera, a quien Frida mostró sus primeros cuadros. El mujeriego Rivera captó talento y la animó decisivamente. Empezó entonces una tormentosa relación entre la desigual pareja. En los siguientes 25 años se casaron dos veces y se auparon como creadores, cada cual en su campo: Rivera el objetivo, dado a representar la Historia con realismo cubista, y Frida el juego de máscaras de su visionaria vida interior, conectada a raíces mexicanas.
2) La presencia de Rivera, el mejor de los amigos y el peor de los maridos, marca el tiempo biografiado, que arranca con el traslado en cama de Frida, en lo último de su corta vida. Inutilizada por los dolores, hinchada por la morfina, la llevan a la única exposición que celebró en su país.
Por el camino, un flashback la regresa a sus 15 años (1922), alegre colegiala que corre con los compañeros a espiar cómo el “barrigón” Rivera examina de cerca a una modelo al pie del mural que pinta en la Preparatoria.
La apasionada unión de ambos pintores, las tiranteces y desencuentros, el activismo comunista y las fiestas de intelectuales bohemios, el viaje a EEUU para unos encargos, la rivalidad con Siqueiros y Orozco, las infidelidades y los escarceos sáficos, la maternidad frustrada, las recaídas de “la tullida autosuficiente” (como ella se definía), la íntima amistad del refugiado Trotsky, la gangrena y la silla de ruedas… Y todo el tiempo la frenética autorrepresentación en numerosos cuadros pequeños, tan oníricos como exactos, hasta concluir flashback y película sobre quien, coherente, decía “esperar alegre la salida, deseando no volver jamás”.
3) Por la identificación con el personaje (véase la inspirada intensidad con que lo encarna) Hayek, alma total de la película, puso especial empeño en la producción, varios de cuyos aspectos están resueltos con gran calidad: el vestuario y la ambientación, con esos arqueológicos microbuses; la bella música de arpas, las rancheras y Chavela Vargas en persona…
La dirección de Julie Taymor demuestra en secuencias una inventiva brillante que rompe cierta monotonía del ritmo:
-Los dibujos animados de esqueletos, a lo Burton, en la conciencia que sale aturdida del coma.
-La postal de NY, original collage móvil, y la fantasía de Rivera como King Kong.
-Los lienzos dinámicos, fundiendo obra y vida en la recapitulación.
Reparos en el spoiler, sin revelar argumento:
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Spoiler:
Si los personajes protagonistas forman una pareja desigual, también los respectivos actores: frente al rico despliegue de Salma Hayek, que da hondura a su creación, Alfred Molina ofrece un limitado repertorio de expresiones, más para un secundario.
En el guión todo tiene un tratamiento muy ‘gringo’, y es el gran lastre de la película. Muchas líneas de diálogo sobran. Son novelescas, en el mal sentido. No es de recibo que los mexicanos de los años treinta hablen como en teleserie yanqui: “Lo suficiente para ir pagando las facturas”, o “Me has roto el corazón”, etc.
Tampoco que en una manifestación callejera coreen “¡El pueblo unido jamás será vencido!”, lema creado por Quilapayún en 1973 en apoyo de la Unidad Popular chilena.
Ni el error de casting con Trotsky, de estatura media tirando a baja y fornido, y no alto y espigado como el actor escogido para representarle.
Y las palabras de Trotsky a sus anfitriones, hablando de política con el léxico que usaría el actual subgobernador de Ohio, una chapuza bochornosa.
Se puede pasar algún detalle aislado, pero tanta suma acaba contando. Es una pena que rebaje tanto un empeño que con un guión cuidado, simplemente cuidado, daba para mucho más.
En el guión todo tiene un tratamiento muy ‘gringo’, y es el gran lastre de la película. Muchas líneas de diálogo sobran. Son novelescas, en el mal sentido. No es de recibo que los mexicanos de los años treinta hablen como en teleserie yanqui: “Lo suficiente para ir pagando las facturas”, o “Me has roto el corazón”, etc.
Tampoco que en una manifestación callejera coreen “¡El pueblo unido jamás será vencido!”, lema creado por Quilapayún en 1973 en apoyo de la Unidad Popular chilena.
Ni el error de casting con Trotsky, de estatura media tirando a baja y fornido, y no alto y espigado como el actor escogido para representarle.
Y las palabras de Trotsky a sus anfitriones, hablando de política con el léxico que usaría el actual subgobernador de Ohio, una chapuza bochornosa.
Se puede pasar algún detalle aislado, pero tanta suma acaba contando. Es una pena que rebaje tanto un empeño que con un guión cuidado, simplemente cuidado, daba para mucho más.