Espero que esta trilogía termine aquí ya que no se puede estirar más el chicle.

La idea tras la primera parte era genial. Una noche al año donde todo crimen es absuelto. Era tan sencillo y a su vez tan genial que solo por eso merecía la pena ver la película.
En su segunda parte (Anarchy) se estira el tema con la misma fórmula. Era floja pero se dejaba ver.
Y llegamos a esta tercera parte.

Supongo que para aprovechar el momento electoral americano donde se enfrentan Donald "pelomostaza" Trump y Hillary "antimanchas" Clinton, nos muestran algo similar.
Pero la cosa sigue en caída libre con unos diálogos bochornosos y una tensión nula.
Curiosamente, algo de donde se pudo sacar mucho zumo como es el "turismo asesino", pasa sin pena ni gloria con una simple mención y listo.

Mucha careta, mucha sangre y un mensaje tan simplón como evidente.