El atrevimiento de la temática solo es superado por el estremecedor resultado. Con un complejo punto de partida vemos que la esencia renace en un árido desierto de conceptualidades. Sumamos unas grandes interpretaciones a una cuidada puesta en escena que mezcla con delicada visceralidad, un tumulto vehemente de asintonías críticas. Concepto claro, desgranado a cuentagotas que va dejando ver esa crítica política y social de un pueblo acallado, silente y contemplativo, que no deja de ser el amordazado pasivo del demiurgo impuesto tras años de sumisión. La violencia como excusa no deja de ser un camino hacia la apertura conceptual. Ese camino de salida de la caverna, la luz que no es capaz de parar el sistema establecido. Punto final de interpelación clara al espectador que sin ser actor activo puede girar en su conducta más allá de la pantalla.
Música y ambientacióin llenas de conceptos, claves para el desarrollo y para el ritmo. Personajes que viven en su realidad añadiendo esa dicotómica interpretación, interpelando a la acción más allá del Sino interpuesto. Porque, al final, todos estamos aletargados por la sociedad imperante... o no...