En su naturalidad radica la belleza de lo contado, en su sensibilidad radica la dolencia narrada... Nada más lejos de lo percibido, el guion desgrana como pétalos marchitos los vicios de una vida desdeñada, de una búsqueda de la felicidad arrancada a cada paso por el 'fátum' y el Sino. Lo intrascendental de lo expresado lo reaviva en el fuego de la reacción del espectador, que suma, grano a grano, una saca llena de puntos de vista que encienden al más atemperado. El guion se fundamenta en la linealidad sin sobresalto, en el silencio acústico de lo vivido, sin arrastrar nada que no tenga una cadencia interior. Siempre llena el alma ver que nuestra vida de cine no está cantada por coros griegos, pero si que nos llena de dolor y amor. Realismo puro y duro, sin aspavientos ni grandilocuentes artimañas. Daniela Vega llena la pantalla, las almas y los corazones...