Con un tratamiento externo y aséptico, a pesar de las reflexiones de la actriz principal, nos encontramos con la intención de no poder más que intentar comprender a la protagonista. La clave del guión está en ese distanciamiento, en esa reflexión externa y distante, como el espectador que todo lo ve y no pude entrar en la cabeza de la protagonista, cáusticamente, sin influir pero observante e impotente. Diálogos espléndidos, profundos, que encumbran el momento final en la búsqueda ética y personal de la protagonista y su padre: no hay respuesta correcta, solo una personal. El debate nos atrapa, buscamos, o intentamos buscar, el por qué, el para qué o simplemente las razones. El tempo de la película nos hace pensar, el desdoblamiento de escenas con saltos no hace más que enganchar al espectador, al igual que la fotografía. Una reflexiva actuación para una temática controvertida.