Fritz Lang es uno de esos maestros del cine negro, venido de Alemania a Hollywood y que ha dado joyitas como esta peli: Los sobornados (The Big Heat). La historia narra cómo el policía Tom Duncan, tras suicidarse, deja una carta en la que confiesa haberse dejado sobornar por una banda de gángsteres. Y a la vez incluye en su carta la denuncia de altos funcionarios corruptos. Es ahí cuando el sargento Dave Bañón (Glenn Ford) trata de esclarecer el caso tropezando con toda suerte de obstáculos que le tocan de lleno en plena línea de flotación de su vida personal.

Se trata de una obra narrada de manera directa y sin recovecos, de forma directa, poniendo ante nuestros ojos a gente corrupta y asesina que no repara en nada con tal de conseguir sus maléficos propósitos. Es un relato tenso sobre el crimen y la corrupción que hace que el espectador no pueda sustraerse a los acontecimientos, la violencia y la intriga que rodea la trama. Una genial dirección de Lang y una brillante fotografía en blanco y negro también del propio Lang; fotografía de corte expresionista que sabe recrear con la ayuda del claroscuro, la iluminación y las sombras, las atmósferas típicas de un guión impecable de Sydney Boehm basado en la novela de William P. McGivern, y unas interpretaciones impecables donde resalto a Glenn Ford que está magnífico, e igualmente Gloria Grahame, Jocelyn Brando y un perfecto en su papel de malvado-villano Lee Marvin, que también aporta su enorme grano de arena al film. No voy a olvidar la música orquestal de viento y cuerdas de Daniele Amfitheatrof que incluye variados fragmentos festivos, de romance, dramáticos o de suspense, que le dan perspectiva y profundidad a la acción.

Y todo esto como siempre digo, si excesos sexuales o de sangre salpicando, sino más bien desde el reflejo de un ambiente pesado y sórdido, tal el de la corrupción y el soborno: ¡Me encanta este cine de excelencia que no precisa exabruptos para hacerse valer!