Fernando León de Aranoa se pone detrás de la cámara para rodar, a lo largo de varios años, un documental sobre Joaquín Sabina. Bueno, ponerse detrás de la cámara es un decir, porque sale en las imágenes más de lo que sería deseable.
La película les encantará a los fans de Sabina. Muestra el proceso de creación de algunas canciones, su reencuentro con su niñez en Úbeda y con su padre; el miedo antes de salir al escenario o su llegada a la vejez después de una vida de excesos. Una de sus reflexiones es la que da título a esta crítica y que Sabina responde con melancolía. Dos horas de música y cantante les parecerá poco...
Y para los que no les guste Sabina, ni la vida que lleva -llevó-, sus opiniones sobre la tauromaquia o las drogas o su relación con su mujer -a veces parece más una secretaria o una asistenta-, merece la pena escuchar sus reflexiones sobre el desamor, fuente inspiradora de muchas de sus hermosas canciones, que también se oyen en la película. Aunque quizá dos horas de metraje se hagan largas...
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