Bien, he de empezar esta crítica afirmando que todo lo que pueda decir acerca de semejante bodrio me lo merezco, por haberla visto y no darme cuenta antes de que nada bueno podría esconderse tras tan pavoroso título (de lo que ni siquiera podría culparse a los traductores, ya que en inglés es exactamente igual); la cosa podría englobarse dentro del subgénero más lamentable de la comedia hogareña con mensaje, vamos, un telefilme cutre salchichero sólo apto para mentes idiotizadas nacidas en lo más profundo de la más profunda Norteamérica.
No me extraña que después de ver algo como esto haya tantos adolescentes a los que les dé por irse a pegar tiros a sus institutos, o a la hamburguesería de turno, porque, al menos, a mí me ha dejado cierta sensación en el estómago como de ganas de cometer un matricidio o un par de asesinatos múltiples de familias asquerosamente felices.
Si Karl Marx, o cualquiera de los grandes personajes de la Historia que lucharon por los derechos de los trabajadores y la igualdad de sexos, levantara la cabeza, la volvería a meter en su correspondiente hoyo, al constatar la manera en que se ha manipulado su mensaje en películas como ésta que sólo inducen al vómito.