Como el toque de un etéreo ser, que quizá no se percibe, pero su delicadeza no es óbice para su acontecimiento. Como una errante e invisible alma cuya existencia es cuasi solipsista. Como un ángel en indeseada visita al Infierno, desorientado por un abrupto y doloroso arranque del Paraíso. Amorosas cuitas narradas historia de amor mediante: el de dos personas en formación de una extraña pareja para desagradable desagrado y envidioso prejuicio de propios y extraños. Tándem formado por una joven viuda, que encontrará en su "fantasmal" compañero de trabajo a alguien por quien seguir viviendo la vida en éste lacrimárum valle vecino de Venus y Marte; la otra "parte contratante" de dicho tándem es un gris, poco agraciado hombre de intachable bonhomía y corazón, no apercibido por sus semejantes cual si un espíritu fuera y, por tanto, con marcado déficit de cariño. Un fantasma, un capitán Daniel Gregg, "resucitado" por el amor, de vuelta a la unción de la luz de las candilejas, de los focos de la existencia, por la inesperada y sorprendente mano angelical de una tal señora Kerr. Hechos que dan así lugar a una chocante simbiosis sentimental, no exenta de dudas, miedos como el que genera la "inquietante" combinación de la compañía de una bella mujer con la Torre Eiffel iluminada de noche, en alguien marcado por un urticante currículum amoroso salpimentado de hiel.

Ergo: De cómo, a veces, los sentimientos nos "inculcan" tan increíbles como subestimados compañeros de viaje.