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Spain Spain · Málaga
Kaori rating:
1
Animation. Adventure. Fantasy. Kids A young boy lies awake in his room one snowy Christmas Eve, excited and alert. Breathing silently. Hardly moving. Waiting. He's listening for a sound he's afraid that he might never hear - the ringing bells of Santa's sleigh. The time is five minutes to midnight. Suddenly, the boy is startled by a thunderous roar. Clearing the mist from his window he sees the most amazing sight - a gleaming black train rumbles to a stop right in front ... [+]
Language of the review:
  • es
May 20, 2012
5 of 11 users found this review helpful
Mira que es mala, oye. Llevaba tiempo queriendo verla por la temática navideña y porque todo lo que sea de animación me interesa... pero que arrepentida estoy.

Lo único respetable son los gráficos; la nieve, los objetos o el vestuario están tan trabajados que parecen reales. Luego se podría discutir si la copia de la realidad, como si fuese una fotografía perfecta, es conveniente o simplemente bonito en unos dibujos animados, pero dejémoslo.

El caso es que el resto es deplorable. Para empezar, las figuras humanas son monstruosas. No tienen expresividad, ni belleza ni encanto, ni transmiten la naturalidad y la viveza propia de las personas. Si bien en un objeto inanimado la virguería tecnológica no desentona, en un ser vivo lo destroza. La única explicación que encuentro a que se insista en esta técnica virtual es que es mucho más económica que el dibujo hecho a mano, aunque esta segunda aporte un sin fin de cualidades que, hoy por hoy, la máquina no consigue.

La historia es tan patética que produce sonrojo. Las «aventuras» de los niños son simplonas, aburridas y estúpidas, y la moraleja final es de una bajeza admirable: no se puede «creer» en algo que estamos viendo y de la que tenemos pruebas; entonces «sabemos», no «creemos». La creencia implica desconocimiento, mientras que «Polar Express» procura contar con todo lujo de detalles los mecanismos navideños y la vida de Papá Noel para que quede bien claro que es absolutamente verdad. Aquí, más que nunca, «ver para creer».

Si es que me ha parecido tan espantosa, que ni merece llamarse «película», sino que ha entrado en la categoría de «cosa». No apta para ningún público, menos aún para los niños: su cerebro puede quedar dañado irremediablemente.

En momentos como estos echo en falta el 0.
Kaori
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