Poquísimo, a decir verdad, prácticamente nada. Eso es este trabajo de José Luis Cuerda, por mucho que amanezca. Qué cine, por favor, ¡qué cine!

Confesaré que la tontería esta no me ha provocado arcadas, lo cual es un gran mérito si tenemos en cuenta que «Amanece, que no es poco» se acerca mucho a la categoría de vómito cinematográfico. Mi hermano, que la veía conmigo, huyó a los diez minutos exclamando «¡Es horrible!» con cara de espanto. Y lo digo en serio, no es chufla. Yo he aguantado sin disfrutar lo más mínimo pero tampoco sufriendo con esos dolores que te torturan ante según que películas. Esta es tan mala, tan floja, que pasa a ser indiferente.

La dirección de Cuerda, patética, como sólo puede esperarse de este Cine post dictadura que será muy democrático, sí, pero también es de un estilo amateur y rudimentario a más no poder. Sobre el humor, ya he comentado otras veces que es algo subjetivo, pero hagamos un leve examen de conciencia. ¿Qué gracia tiene ver a un negro por allí, a un borracho por acá, sin ningún otro añadido? ¿Qué gracia tienen las canciones del colegio? ¿Es gracioso que un hombre mate a su mujer «porque era mala»? ¡Qué digo!: ¿es gracioso que un hombre asesine a su mujer, simplemente? ¿Qué gracia hay en ser «puta», o adúltera, o tonto del pueblo? ¿Dónde está la gracia en el personaje-no personaje de Quique San Francisco? ¿O en el suicida, o en el cura? ¿O quizá es muy gracioso el tío incestuoso y casi pederasta interpretado por Manuel Alexandre? ¿Te ríes con los hombres que salen de la tierra, sea o no sea una metáfora del director? ¿Los americanos son simpáticos? ¿De verdad que estas memeces interpretadas a la ligera y sin inteligencia son desternillantes?

El momento nos-han-quitado-la-libertad del maestro y el de la votación pacífica son insultos ideológicas pseudo intelectuales, como los habitantes de este pueblo, que sólo sirven para complacer más a los espectadores de por sí complacientes. Qué bruta y basta. Allá tú si la ves.