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Spain Spain · Madrid
Looky rating:
9
Drama In the dark years of the 1930s, dance marathons became popular as a way for desperate people to compete for prize money. Sometimes the events would drag on for weeks as contestants pushed themselves far beyond the point of physical, mental, and emotional exhaustion, the dancers shambling around the floor in a half-dead stupor. People would then pay to sit in the bleachers, watch the event, and cheer on their favorites. They Shoot Horses ... [+]
Language of the review:
  • es
December 13, 2009
6 of 7 users found this review helpful
En mi opinión es un error el de calificar a esta película de “antiquada”, condescendientemente moralizadora o pretenciosamente espesa. Vivimos en una época en la que el cine ha decrecido significativamente en fuerza a la hora de contar historias embriagadoramente melodramáticas. Esto dado también a una justificada despersonalización de estilos visuales que empujen esa misma fuerza del argumento. La palabra clave es compromiso. Es por ello que la adapatción al cine de 1969 de la novela de Horace McCoy bien podría venir a ser la antítesis de todo esto.
Fascinantemente insistente en todo momento, esta parábola o alegoría existencialista de la vida es un sórdido espectáculo sobre los tiempos duros. Mientras la cámara permanece sentenciada, dentro del salón de baile, escogiendo los detalles de la creciente desesperación de los bailarines, la película se convierte en una epopeya sobre el agotamiento y la futilidad.
El look que Pollack le da a la película es contextualmente oportuno, personificando bien esa sensación desesperanzadora y de sudor, alcohol y tabaco. Sobre todo en el personaje de Rocky, magníficamente interpretado por Gig Young. Y es que viniendo de un realizador reconocido por su destreza en la dirección de actores, Pollack nos ofrece más que notables interpretaciones de Sarrazin, York y el resto del reparto. Punto y aparte Jane Fonda que consigue brillar en una dramática y medida composición que viene a ser lo que da al film su apasionante poder, y sí, anclaje emocional.
La película esta lejos de ser perfecta, pero es tan perturbadora en tantos sentidos importantes que la hace difícil de olvidar, que es más de lo que se puede decir de mejores y más consistentes películas. También es sobradamente lo mejor que Pollack ha dirigido, sobre todo como muestra ejemplar en la planificación de la dirección (sabemos que él mismo operaba la cámara en la frenética secuencia del derby con unos patinetes). Además resulta enormenente representativa en cuanto al paso estilístico del cine de los 60 al de los 70. Esto se hace notar sobre todo gracias a un efectista y efectivo montaje, y a su puesta en escena, lo que la convierte probablemente en la película que mejor ha sabido envejecer en comparación con cualquiera de sus contemporáneas.
Hábilmente el director, a través de la persistencia de sus tesis, consigue evocar una zarrapastrosa atmósfera donde las explosivas emociones llegan a hervir logrando una adecuadamente apesadumbrada y catártica experiencia cinematográfica.
Looky
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