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Spain Spain · Valencia
Ardid rating:
10
Drama Margo Channing (Bette Davis), leading dame of the New York stage, is pushed aside by a fresh-faced fan who becomes her understudy, the duplicitous Eve (Anne Baxter). Eve’s humble background and eager innocence fools all while she subtly digs in her claws, tearing Margo from her friends and colleagues as she desperately grasps her chance for stardom.
Language of the review:
  • es
September 12, 2020
4 of 4 users found this review helpful
Eva al desnudo me enseñó a leer con la misma atención la letra pequeña y los titulares de las revistas de cine. Qué trama tan atemporal y relevante en cualquier ámbito de la interpretación. Y qué gusto da que semejante homenaje al teatro sea construido con actuaciones tan magníficas. Todo el reparto se sale; y luego está Bette Davies que son varios actores a la vez: ella y sus ojos.

Hay que decir que esta película, en realidad, no es una película. Es una obra de teatro traída a la gran pantalla. El motivo es que la cinematografía apenas se hace de notar; aquí lo que priman son el guión, la dirección y las interpretaciones. Sólo que la dirección hace un trabajo sublime haciéndonos creer que cada personaje no obedece más que a su propia voluntad y, por otro lado, los actores se adueñan plenamente de cada palabra del guión. De modo que es una obra de teatro creada para los actores y que trata precisamente sobre ellos. Es a la vez un homenaje lleno de cariño al teatro y una dura crítica del mundo que lo sostiene y al que está sometido. A la vez, es un estudio brutal del oportunismo y de la falsa modestia, tan relevante a día de hoy que uno no puede escuchar a medias los diálogos, que es lo que se hace cuando el tema ya es un cliché o está pasado de moda.

Aparte del talentazo que rezuma cada minuto de película, algo que me apasiona de ella y que contribuye al peso del mensaje es el uso de los contrastes. Estamos ante un par de polos opuestos brillante: por un lado tenemos a la intensa, transparente y directa Margo, una mujer llena de fuerza que encarna la pasión del teatro auténtico y que no depende de escenarios de lujo ni de publicidad grandilocuente puesto que, para ella, el teatro es inevitable. Por otro lado está Eva con su ambición febril por la fama, su eterno objeto de deseo, que no es más que el mal necesario de mediatizar el arte. Tanto Eva como el mito del triunfo están completamente huecos.
Ardid
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