Y la verdad esque algo sí la chingó el guionista en este poco más que interesante trabajo, desperdiciando una historia que peca de larga, monótona durante algún pasaje y no está todo lo aprovechada que podría haber estado. Aun y así, el realizador mejicano, Luis Estrada, consigue conformar un film que se mueve entre la sátira política y la comedia para terminar obteniendo un resultado no demasiado afortunado en ciertos tramos. Si bien, sabe aprovechar sus virtudes con pericia, conformando un inicio simpático y ameno, además de hacer que, finalmente, el espectador sienta empatía por el personaje principal, uno de los, a mi parecer, principales factores que intenta mediar el director.

Otro de sus defectos, que no logran hacer cuajar la cinta del todo, es la caracterización de su protagonista que, estando bien interpretado y mostrando sus objetivos, carece de cierta estabilidad, pues tan pronto muestra una cara como la otra, y denota cierta irregularidad a lo largo de toda la película. Tampoco desempeñan una gran labor el elenco de secundarios, destacando al conflictivo médico quizá y poco más, pues todo el resto de intérpretes no dan un cariz adecuado a los sujetos que representan.

Sin embargo, buenos son algunos de los aspectos más críticos de esta cinta, pues si bien no aportan nada nuevo, como mínimo ofrecen una visión particular sobre la corrupción del ser humano, además de entretener hasta cierto punto, donde se desvía y no alcanza sus propósitos. De todos modos, se agradece, de vez en cuando una dosis de algo mínimamente distinto y, aunque en determinados momentos pueda llegar a aburrir y resultar harto larga, no resulta pobre ni vana. Especial mención al final, uno de los más desternillantes y sorprendentes de cuantos he visto en mucho tiempo. Para pasar una grata tarde, o lo que ustedes deseen.