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Ferdydurke rating:
2
5.7
17,669
Language of the review:
- es
March 13, 2017
49 of 72 users found this review helpful
Mito. El Basajaun y las brujas. Se trata por encima este asunto. Aunque es el que da el tono de misterio, tradición y sobrenaturalidad. La transformación de nuestros miedos en inventos, de nuestros deseos y anhelos en leyendas, ideales y terrores; todo ese mejunje folclórico y sustento de toda la tradición literaria en sus inicios orales nos acompaña desde el principio de los tiempos, forma parte de nuestra sangre, de nuestra letra, de nuestro verbo, de nuestra palabra, del ser mismo.
Familia. Pozo sin fondo de endogámico dolor. Una madre monstruosa (se les va la mano), un padre débil (como en Alas de mariposa) y tres hijas, la protagonista víctima y huida, la mayor más responsable y amargada y la otra que ni fu ni fa. La tía hace de contrapeso, es la tierra, el sentido común, la magia, la experiencia, la bondad. El pasado que reverbera eternamente.
Investigación criminal. Quizás sea la parte más floja, por obvia y muy vista; es una pobre traducción, o corta y pega rudimentario del aluvión, abusón, de películas made in USA que nos ha ido cayendo sin falta, más bien desgraciadamente, gota malaya o diluvio bíblico, desde hace décadas. "Nos enfrentamos a un asesino en serie", dice Amaia Salazar (bonitos nombre y apellido, preñados de "a" femeninas hermosas y redondas, llenas de curvas, punteadas por una "m" maternal, una "s" sutil y salvaje y rematadas por una "z" impecable, contrastada y zalamera) y suena ridículo, poco creíble, a nada nuestro, a trasunto lejano, a exageración grotesca y muy pulp de realidades no tan abracadabrantes ni excitantes ni calculadas ni siniestras como en verdad son las nuestras. Los crímenes patrios (y los suyos la mayoría, los de todos en verdad) suelen ser mucho más esporádicos, improvisados, desperdigados y chapuceros, sin un plan, a la que salga, mucho más pequeños, monetarios y mezquinos normalmente.
Las jerarquías policiales también son maraña recurrente, muy sobada, de este tipo de historias truculentas y tan poco serias.
Tiene buena factura técnica, calidad formal (aunque a veces no se escuche bien) y un dinero, parece, bien empleado. Pero toda ella es una colosal idiotez, una inmensa tontería de alma enfermizamente escabrosa, macabra y banal. Todo huele a impostado y artificial, a forzado y poco verosímil, a mal resuelto y desarrollado, a pesar del esfuerzo por atraer modelos ajenos a culturas propias.
Se deja ver. Sin problema ninguno. Tal vez solo al final el estrépito y el desastre asoman el hocico y ensucian una película que hasta ese momento era aceptablemente oscura, frívola e insustancial.
Marta es una actriz eficaz, el resto acompaña (Elvira se ha especializado en la rabia y el tremendismo sufriente, lo borda la pobre mujer) con pulcritud. La dirección es correcta. Falla el guion. Cómo no. Para variar.
Familia. Pozo sin fondo de endogámico dolor. Una madre monstruosa (se les va la mano), un padre débil (como en Alas de mariposa) y tres hijas, la protagonista víctima y huida, la mayor más responsable y amargada y la otra que ni fu ni fa. La tía hace de contrapeso, es la tierra, el sentido común, la magia, la experiencia, la bondad. El pasado que reverbera eternamente.
Investigación criminal. Quizás sea la parte más floja, por obvia y muy vista; es una pobre traducción, o corta y pega rudimentario del aluvión, abusón, de películas made in USA que nos ha ido cayendo sin falta, más bien desgraciadamente, gota malaya o diluvio bíblico, desde hace décadas. "Nos enfrentamos a un asesino en serie", dice Amaia Salazar (bonitos nombre y apellido, preñados de "a" femeninas hermosas y redondas, llenas de curvas, punteadas por una "m" maternal, una "s" sutil y salvaje y rematadas por una "z" impecable, contrastada y zalamera) y suena ridículo, poco creíble, a nada nuestro, a trasunto lejano, a exageración grotesca y muy pulp de realidades no tan abracadabrantes ni excitantes ni calculadas ni siniestras como en verdad son las nuestras. Los crímenes patrios (y los suyos la mayoría, los de todos en verdad) suelen ser mucho más esporádicos, improvisados, desperdigados y chapuceros, sin un plan, a la que salga, mucho más pequeños, monetarios y mezquinos normalmente.
Las jerarquías policiales también son maraña recurrente, muy sobada, de este tipo de historias truculentas y tan poco serias.
Tiene buena factura técnica, calidad formal (aunque a veces no se escuche bien) y un dinero, parece, bien empleado. Pero toda ella es una colosal idiotez, una inmensa tontería de alma enfermizamente escabrosa, macabra y banal. Todo huele a impostado y artificial, a forzado y poco verosímil, a mal resuelto y desarrollado, a pesar del esfuerzo por atraer modelos ajenos a culturas propias.
Se deja ver. Sin problema ninguno. Tal vez solo al final el estrépito y el desastre asoman el hocico y ensucian una película que hasta ese momento era aceptablemente oscura, frívola e insustancial.
Marta es una actriz eficaz, el resto acompaña (Elvira se ha especializado en la rabia y el tremendismo sufriente, lo borda la pobre mujer) con pulcritud. La dirección es correcta. Falla el guion. Cómo no. Para variar.
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Spoiler:
Todo lo ocurrido tras, y durante, las mil vueltas de campana, terraplén mediante, es pura descojonación y alquímica suspensión, sin duda de ninguna clase levitación. Dos rasguños, una leve indicación y zas, das con la casa y el asesino. Garrotazo recibido, discurso a modo (a más matar, más ganas de teorizar, explicar y mucho charlar) y (requete)zas, la hermana que pasaba por allí con ganas de orden y recato. Caso cerrado. Claro que sí.
Y la justificación asesina. Esa idea que opone las libertades femeninas actuales a la supuesta tradición del Baztán parece puro anacronismo, nos cuesta creer que todavía planteamientos de ese jaez puedan ser origen (ni en la ficción más desnortada o morbosa) de actos tan nefandos. Parece sacada de muchos años atrás, de una sacristía o un bar concurrido, cuando la moral sexual, en ese aspecto tan pacato y concreto, todavía era un caballo de batalla. Ahora estamos metidos de lleno en otras cosas/guerras mucho más "genéricas", mucho menos evidentes, más escurridizas y sangrantes si cabe. O así pinta la cosa.
Y la justificación asesina. Esa idea que opone las libertades femeninas actuales a la supuesta tradición del Baztán parece puro anacronismo, nos cuesta creer que todavía planteamientos de ese jaez puedan ser origen (ni en la ficción más desnortada o morbosa) de actos tan nefandos. Parece sacada de muchos años atrás, de una sacristía o un bar concurrido, cuando la moral sexual, en ese aspecto tan pacato y concreto, todavía era un caballo de batalla. Ahora estamos metidos de lleno en otras cosas/guerras mucho más "genéricas", mucho menos evidentes, más escurridizas y sangrantes si cabe. O así pinta la cosa.