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November 6, 2017
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Todo es spoiler. Eso me temo.
Soy Billie Jean (como la canción) King y me subo el sueldo, yo lo valgo. Lo dice el feminismo en el artículo 1.
(¿En qué quedamos, cuál es el criterio, economía libre de mercado, todos iguales ante el Dios dólar o más bien lo contrario, el Estado intervencionista y quizás hasta un poco incluso Comunista, todos iguales y nos importa un comino el citado dólar? ¿Cobramos todas las mujeres igual o solo aumentarán sus ganancias Billie Jean y sus colegas? ¿Cobrarán todas las mujeres igual que los hombres sin tener en cuenta los estadios, la venta de entradas, la duración de los partidos, la publicidad, las audiencias... ? ¿Cobrarán igual todos los hombres que las mujeres, tanto los malos como los buenos? ¿Depende de los resultados en una competición abierta en la que juegan todos juntos, hombres y mujeres o elles de todas las edades? ¿Esto qué coño es? ¿Concretamos un poco o hacemos soflamas vacuas, al aire, gratuitas, estúpidas, a ver si cuela?
Decía que soy muy feminista, me rebelo y quiero más dinero, que raro eso. Creo un torneo y ya lo tengo. Para celebrarlo como Dios manda me voy a la pelu que es lo que hacen normalmente las mujeres libres en estos casos pintiparados (sí, también las nuestras o tú qué te habías creído machirulo). Allí hacemos chistes zafios sobre los hombres y hay que ver lo bien que lo gozamos (por supuesto que si los hicieran ellos, igual de bastos y tópicos, los llamaríamos machistas, es lo que tiene la discriminación, jajaja). A continuación aparece un estilista (o como se llame el bonito oficio del hombre de la pluma, a lo que parece nos quieren insinuar sutil, elegante, educadamente que puede llegar a ser homosexual, uy, qué cliché tan fino y colectivo, ni en el landismo) que nos quiere poner monas para acabar de liberarnos qué risas y alegrías de tanta algarabía llenas. Además una magnánima compañía tabacalera (el tabaco antes era gloria y salud lo mismo que ahora es dolor y terror) nos patrocina para ayudar a la causa.
Allí, como en la Academia de Platón, reflexionamos sobre lo humano y lo divino, compartimos nuestras experiencias y existencias. Una rubia trabajadora me hace ojitos y de fiesta me la llevo que soy guerrera e ideóloga pero no de piedra. Yo estoy casada (es la sociedad la que me obliga, el sistema masculino opresor) y aun así soy libre cuando quiero, mucho más ahora que me han venido, caídas del cielo, la conciencia y la pureza e igual al huerto me la llevo. Disfruto de sus agradecidas carnes y todo es apretujamiento. No conocía a Safo y ahora ya ni te cuento. Me llama Bobby Riggs, un cincuentón machista que me pica y me ofrece un partido en el que batallarían el machismo y el feminismo. Yo me niego de plano, y de raíz, qué se habrá creído ese mequetrefe ridículo, semejante fantoche. Yo no montaría una farsa así jamás, ni por todos los tesoros del mundo. Nunca en la vida convertiría mi santa causa (y el de todas las mujeres buenas o con algo de ciencia) en una grotesca feria, qué escándalo y vergüenza, solo de pensarlo me embarga la pena, se me atraganta la angustia, me ahoga. Mucho menos haría dinero con ello, ni hablar de un espectáculo chapucero.
Nos vamos de gira mis chicas y yo y, además, para que nada falte, me llevo a mi recién amante. Pero en esto que llega mi maridito, le miento en toda la cara, el buenazo se entera y aquí no ha pasado nada, paz y gloria (ni lamentos ni cuernos, esos horrores para los otros. Son las ventajas de mi nueva autonomía y recién ganada independencia). Es lo que tienen los hombres buenos cuando han evolucionado hasta un punto en el que son de los nuestros (feministas de alma y de vocación aunque quizás todavía no se hayan dado cuenta), que consienten cualquier cosa sin gritos vulgares ni quejas ni penas, ni lagrimitas siquiera, al contrario, ponen hielo en las piernas, nos comprenden, apoyan, quieren, ayudan, nos iluminan con su amorosa presencia, saben, en fin, que en esta lucha nada es sacrificio y todo merece mucho la pena. Es una lástima que no todos sean así como él de enteros y verdaderos. Un mundo mejor sería posible e imaginable. Sin tanta guerra y tanta hambre e injusticias que nos asolan.
De entre todas las mujeres buenas hay una mala, siempre pasa, una manzana podrida nos acosa. Sí, la única que tiene hijos. Fíjate que pérfidas que son las mujeres cuando paren churumbeles y viven con sus tristes compañeros en matrimonios esclavos donde ellos las oprimen y hasta a mansalva institucionalmente, con premeditación y alevosía, violan. Esta perversa señora es fría y mala como el hielo y se presta, la traidora y desnaturalizada, a la gran mamarrachada que el cerdo machista pretendía, se afanaba.
Lo veo (solo por curiosidad de observadora ideológica, no penséis mal) y no lo creo. Pierde el partido y deja por los suelos nuestra bandera (en una hora se fueron al garete todos los esfuerzos, cuánto daño provoca esa dramática derrota). Esto no lo puedo consentir yo de ninguna manera. Tomaré cartas en el asunto y pondré fin a tan gran ignominia.
Mientras tanto vemos al payaso (así lo llaman con discreto eufemismo y es lo mínimo que merece como hombre sin fuste) que es un jugador y mal marido, gorrón y mantenido. Una birria y un asco. Su divina mujercita, seguramente que otra feminista, así apunta su hondura y altura de miras, quizás en la sombra, le aguanta y ayuda a pesar de todo, de tanto desafuero. Pero todo tiene un límite y se cansa la bendita, de tan buena clase y pinta. Ya veremos.
Se acerca la hora de la cumbre deportiva. El evento que parará el mundo por su enorme trascendencia y grandes valores. Las mujeres demostrarán por fin que son iguales (¿Mejores tal vez? ¿Es mucho aventurar y no es necesario tampoco abusar?) a los hombres.
La de 29 contra el de 55, la guapa e inteligente y especial y fiel (casi) y sincera (más o menos) y desinteresada del todo (hombre... ) y pensadora (sí, esto no me lo niegues) y sensacional, estupenda, maravillosa (sí, sí y sí) ...
Soy Billie Jean (como la canción) King y me subo el sueldo, yo lo valgo. Lo dice el feminismo en el artículo 1.
(¿En qué quedamos, cuál es el criterio, economía libre de mercado, todos iguales ante el Dios dólar o más bien lo contrario, el Estado intervencionista y quizás hasta un poco incluso Comunista, todos iguales y nos importa un comino el citado dólar? ¿Cobramos todas las mujeres igual o solo aumentarán sus ganancias Billie Jean y sus colegas? ¿Cobrarán todas las mujeres igual que los hombres sin tener en cuenta los estadios, la venta de entradas, la duración de los partidos, la publicidad, las audiencias... ? ¿Cobrarán igual todos los hombres que las mujeres, tanto los malos como los buenos? ¿Depende de los resultados en una competición abierta en la que juegan todos juntos, hombres y mujeres o elles de todas las edades? ¿Esto qué coño es? ¿Concretamos un poco o hacemos soflamas vacuas, al aire, gratuitas, estúpidas, a ver si cuela?
Decía que soy muy feminista, me rebelo y quiero más dinero, que raro eso. Creo un torneo y ya lo tengo. Para celebrarlo como Dios manda me voy a la pelu que es lo que hacen normalmente las mujeres libres en estos casos pintiparados (sí, también las nuestras o tú qué te habías creído machirulo). Allí hacemos chistes zafios sobre los hombres y hay que ver lo bien que lo gozamos (por supuesto que si los hicieran ellos, igual de bastos y tópicos, los llamaríamos machistas, es lo que tiene la discriminación, jajaja). A continuación aparece un estilista (o como se llame el bonito oficio del hombre de la pluma, a lo que parece nos quieren insinuar sutil, elegante, educadamente que puede llegar a ser homosexual, uy, qué cliché tan fino y colectivo, ni en el landismo) que nos quiere poner monas para acabar de liberarnos qué risas y alegrías de tanta algarabía llenas. Además una magnánima compañía tabacalera (el tabaco antes era gloria y salud lo mismo que ahora es dolor y terror) nos patrocina para ayudar a la causa.
Allí, como en la Academia de Platón, reflexionamos sobre lo humano y lo divino, compartimos nuestras experiencias y existencias. Una rubia trabajadora me hace ojitos y de fiesta me la llevo que soy guerrera e ideóloga pero no de piedra. Yo estoy casada (es la sociedad la que me obliga, el sistema masculino opresor) y aun así soy libre cuando quiero, mucho más ahora que me han venido, caídas del cielo, la conciencia y la pureza e igual al huerto me la llevo. Disfruto de sus agradecidas carnes y todo es apretujamiento. No conocía a Safo y ahora ya ni te cuento. Me llama Bobby Riggs, un cincuentón machista que me pica y me ofrece un partido en el que batallarían el machismo y el feminismo. Yo me niego de plano, y de raíz, qué se habrá creído ese mequetrefe ridículo, semejante fantoche. Yo no montaría una farsa así jamás, ni por todos los tesoros del mundo. Nunca en la vida convertiría mi santa causa (y el de todas las mujeres buenas o con algo de ciencia) en una grotesca feria, qué escándalo y vergüenza, solo de pensarlo me embarga la pena, se me atraganta la angustia, me ahoga. Mucho menos haría dinero con ello, ni hablar de un espectáculo chapucero.
Nos vamos de gira mis chicas y yo y, además, para que nada falte, me llevo a mi recién amante. Pero en esto que llega mi maridito, le miento en toda la cara, el buenazo se entera y aquí no ha pasado nada, paz y gloria (ni lamentos ni cuernos, esos horrores para los otros. Son las ventajas de mi nueva autonomía y recién ganada independencia). Es lo que tienen los hombres buenos cuando han evolucionado hasta un punto en el que son de los nuestros (feministas de alma y de vocación aunque quizás todavía no se hayan dado cuenta), que consienten cualquier cosa sin gritos vulgares ni quejas ni penas, ni lagrimitas siquiera, al contrario, ponen hielo en las piernas, nos comprenden, apoyan, quieren, ayudan, nos iluminan con su amorosa presencia, saben, en fin, que en esta lucha nada es sacrificio y todo merece mucho la pena. Es una lástima que no todos sean así como él de enteros y verdaderos. Un mundo mejor sería posible e imaginable. Sin tanta guerra y tanta hambre e injusticias que nos asolan.
De entre todas las mujeres buenas hay una mala, siempre pasa, una manzana podrida nos acosa. Sí, la única que tiene hijos. Fíjate que pérfidas que son las mujeres cuando paren churumbeles y viven con sus tristes compañeros en matrimonios esclavos donde ellos las oprimen y hasta a mansalva institucionalmente, con premeditación y alevosía, violan. Esta perversa señora es fría y mala como el hielo y se presta, la traidora y desnaturalizada, a la gran mamarrachada que el cerdo machista pretendía, se afanaba.
Lo veo (solo por curiosidad de observadora ideológica, no penséis mal) y no lo creo. Pierde el partido y deja por los suelos nuestra bandera (en una hora se fueron al garete todos los esfuerzos, cuánto daño provoca esa dramática derrota). Esto no lo puedo consentir yo de ninguna manera. Tomaré cartas en el asunto y pondré fin a tan gran ignominia.
Mientras tanto vemos al payaso (así lo llaman con discreto eufemismo y es lo mínimo que merece como hombre sin fuste) que es un jugador y mal marido, gorrón y mantenido. Una birria y un asco. Su divina mujercita, seguramente que otra feminista, así apunta su hondura y altura de miras, quizás en la sombra, le aguanta y ayuda a pesar de todo, de tanto desafuero. Pero todo tiene un límite y se cansa la bendita, de tan buena clase y pinta. Ya veremos.
Se acerca la hora de la cumbre deportiva. El evento que parará el mundo por su enorme trascendencia y grandes valores. Las mujeres demostrarán por fin que son iguales (¿Mejores tal vez? ¿Es mucho aventurar y no es necesario tampoco abusar?) a los hombres.
La de 29 contra el de 55, la guapa e inteligente y especial y fiel (casi) y sincera (más o menos) y desinteresada del todo (hombre... ) y pensadora (sí, esto no me lo niegues) y sensacional, estupenda, maravillosa (sí, sí y sí) ...
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Spoiler:
contra el hortera nefando, ese bochornoso pelele, desagradable petimetre, bufón espantoso y patán colosal.
¿Quién ganará? ¿El bien o el mal ¿Con quién vas? El futuro de la especie humana en juego está.
Gana ella, qué morrocotuda sorpresa, qué ilu, porque el bien y la felicidad siempre se imponen a la ignorante oscuridad. El envite, el fastuoso encuentro, es limpio, auténtico, ferolítico, superfragilísticoespialidoso y emocionante, épico y muy sobrio.
Y (esto sí una novedad como una catedral) nos dicen al final que ella se juntó con la otra (que, por cierto, nada dijimos del milagro de su sexualidad, cómo descubrió su lesbianismo como por casualidad), creo, el ex marido se volvió a casar, tuvo hijos que las heroínas los amadrinaron (ni en el cielo tanta maravilla). Y, no os lo perdáis, hasta el otro fue perdonado por la parienta tras la derrota redentora, el que sufre y se humilla vuelve limpio al hogar.
Tras tanto ingenio y verdad, nos toca sentenciar y definir, acometer, cerrar y discernir/deslindar. Va. Panfleto abyecto tonto grueso por considerarnos un rebaño sin cerebro, por simplista y facilón. Maniqueísmo infinito y exposición bochornosa. Burdo sermón. Triste catequesis. Puritanismo de garrafón. El cine está muerto. Ni rastro queda.
Y ahora al hueso.
a) Si eres hombre:
- Homosexual. Sí. Muy buena opción. Modisto quizás. Generoso y esperanzador. Del lado de la luz.
- Heterosexual. Sí. Siempre y cuando te parezcan bien la mentira, la infidelidad, la renuncia de tu propia vida (de él nada sabemos ni le importa a nadie), el aceptar que ella no te desea y que se acuesta con otra, que le importe una mierda, que no se disculpe, que seas como un modelo de anchas espaldas y florero sin criterio (de perro faldero de la reina que todo lo celebra).
- El resto de heterosexuales del mundo. Cerdos machistas. Horrorosos. Atroces. Injustos. Abusones. Lerdos. Cutres. Deben ser recuperados o eliminados. Reeducados. Rediseñados. Mejorados o abandonados.
b) Si eres mujer:
- Homosexual. Lo mejor. Esa liberación te sentará de miedo. Te hará justa y buena. Dará sentido a todo.
- Heterosexual. No, salvo que seas palmera o acompañante de la diosa. Pero no nos queda claro en realidad tu identidad sexual porque nos da completamente igual.
- Heterosexual y maternal. Lo peor. A quién se le ocurre. Y además casada. Y hasta puede que religiosa. Vade retro.
¿Os ha quedado claro el mensaje que debéis difundir entre vuestros hermanos, familiares y amigos, la buena nueva, el despertar prometido, el paraíso que tanto habíais deseado y nunca llegaba?
Una duda: ¿Por qué a pesar del discurso, directo e indirecto, tan machacón y sonrojante, se empeñan en mostrar (o en no ocultar aunque no se hable o se diga nada al respecto) ese gran partido final como un monstruoso esperpento en el que en verdad solo cuenta el espectáculo, es decir, el dinero? ¿Se sabotea a sí misma la película? ¿Piensan que, teniendo en cuenta el público al que va dirigida, mamita mía, da igual, que tiene demasiado miedo esa pobre gente o quizás beneficio obtiene, tal vez mucha inercia o tan poco seso? ¿Quieren decir que el feminismo, o lo que demonios quiera que sea el engendro que aquí se plantea/representa/reivindica, apuntaba o se había convertido ya en un show de barraca de feria, lucrativo invento, y que la cosa no iba a parar de crecer/degenerar, que era solo el principio? ¿Quién sabe?
Nota: En el año 98 las hermanas Williams fueron vapuleadas por un mindundi lamentable. Seguramente dentro de cuarenta años harán una película con un nuevo y liberador mensaje. ¿Donde dije digo digo Diego? Cada época tiene su baile ritual/tribal y su propaganda pautada, el pueblo gente a espuertas traga con la boca bien abierta y ni rechista ni siquiera nada, anda. Lo hacen por nuestro bien. Solo te piden que sigas el ritmo como los demás, el estribillo que repitas, que no parezca que no te enteras o que no te sabes la letra, que ya han tenido mucha paciencia contigo y a veces hasta pareces un borrego.
¿Quién ganará? ¿El bien o el mal ¿Con quién vas? El futuro de la especie humana en juego está.
Gana ella, qué morrocotuda sorpresa, qué ilu, porque el bien y la felicidad siempre se imponen a la ignorante oscuridad. El envite, el fastuoso encuentro, es limpio, auténtico, ferolítico, superfragilísticoespialidoso y emocionante, épico y muy sobrio.
Y (esto sí una novedad como una catedral) nos dicen al final que ella se juntó con la otra (que, por cierto, nada dijimos del milagro de su sexualidad, cómo descubrió su lesbianismo como por casualidad), creo, el ex marido se volvió a casar, tuvo hijos que las heroínas los amadrinaron (ni en el cielo tanta maravilla). Y, no os lo perdáis, hasta el otro fue perdonado por la parienta tras la derrota redentora, el que sufre y se humilla vuelve limpio al hogar.
Tras tanto ingenio y verdad, nos toca sentenciar y definir, acometer, cerrar y discernir/deslindar. Va. Panfleto abyecto tonto grueso por considerarnos un rebaño sin cerebro, por simplista y facilón. Maniqueísmo infinito y exposición bochornosa. Burdo sermón. Triste catequesis. Puritanismo de garrafón. El cine está muerto. Ni rastro queda.
Y ahora al hueso.
a) Si eres hombre:
- Homosexual. Sí. Muy buena opción. Modisto quizás. Generoso y esperanzador. Del lado de la luz.
- Heterosexual. Sí. Siempre y cuando te parezcan bien la mentira, la infidelidad, la renuncia de tu propia vida (de él nada sabemos ni le importa a nadie), el aceptar que ella no te desea y que se acuesta con otra, que le importe una mierda, que no se disculpe, que seas como un modelo de anchas espaldas y florero sin criterio (de perro faldero de la reina que todo lo celebra).
- El resto de heterosexuales del mundo. Cerdos machistas. Horrorosos. Atroces. Injustos. Abusones. Lerdos. Cutres. Deben ser recuperados o eliminados. Reeducados. Rediseñados. Mejorados o abandonados.
b) Si eres mujer:
- Homosexual. Lo mejor. Esa liberación te sentará de miedo. Te hará justa y buena. Dará sentido a todo.
- Heterosexual. No, salvo que seas palmera o acompañante de la diosa. Pero no nos queda claro en realidad tu identidad sexual porque nos da completamente igual.
- Heterosexual y maternal. Lo peor. A quién se le ocurre. Y además casada. Y hasta puede que religiosa. Vade retro.
¿Os ha quedado claro el mensaje que debéis difundir entre vuestros hermanos, familiares y amigos, la buena nueva, el despertar prometido, el paraíso que tanto habíais deseado y nunca llegaba?
Una duda: ¿Por qué a pesar del discurso, directo e indirecto, tan machacón y sonrojante, se empeñan en mostrar (o en no ocultar aunque no se hable o se diga nada al respecto) ese gran partido final como un monstruoso esperpento en el que en verdad solo cuenta el espectáculo, es decir, el dinero? ¿Se sabotea a sí misma la película? ¿Piensan que, teniendo en cuenta el público al que va dirigida, mamita mía, da igual, que tiene demasiado miedo esa pobre gente o quizás beneficio obtiene, tal vez mucha inercia o tan poco seso? ¿Quieren decir que el feminismo, o lo que demonios quiera que sea el engendro que aquí se plantea/representa/reivindica, apuntaba o se había convertido ya en un show de barraca de feria, lucrativo invento, y que la cosa no iba a parar de crecer/degenerar, que era solo el principio? ¿Quién sabe?
Nota: En el año 98 las hermanas Williams fueron vapuleadas por un mindundi lamentable. Seguramente dentro de cuarenta años harán una película con un nuevo y liberador mensaje. ¿Donde dije digo digo Diego? Cada época tiene su baile ritual/tribal y su propaganda pautada, el pueblo gente a espuertas traga con la boca bien abierta y ni rechista ni siquiera nada, anda. Lo hacen por nuestro bien. Solo te piden que sigas el ritmo como los demás, el estribillo que repitas, que no parezca que no te enteras o que no te sabes la letra, que ya han tenido mucha paciencia contigo y a veces hasta pareces un borrego.