"Los ochenta son nuestros" fue una exitosa pieza teatral de Ana Diosdado estrenada allá por el 88 en el teatro Infanta Isabel de Madrid, dirigida por Jesús Puente en la que un grupo de jóvenes ponían sobre el tapete los problemas patrios de su generación. Viene esto a cuento porque parece que Spielberg, J.J. Abrams, Michael Bay y cia, han hecho suyo el título de la obra de Diosdado, exprimiendo el jugo de nostalgia juvenil aderezado con los cachivaches y canciones de la década hasta la última gota. Y cuando ya pensábamos que los "Transformes" (nunca fueron santo de mi devoción) habían agotado el flujo de caja viene B-127 con mucho menor presupuesto y los resucita cual ave fénix (ya está en marcha la nueva franquicia).

Ahora como mandan los cánones de paridad de género la prota es una chica y el acompañante secundario un chico en la edad del pavo que además cubre cuota de integración. No me parece mal el mensaje implícito, que conste, y más si Hailee Steinfeld se basta ella sola como humana y B-127 para sostener este guión más sobado que una baraja de Tamariz en una película que ya hemos visto muchas veces pero que precisamente por aquello de la nostalgia no nos importa volverla a ver. Aunque he de reconocer que un servidor se acercó a ella porque está dirigida por Travis Knight en su primera película con personajes reales y al que prometí seguirle la pista desde que se estrenó con esa joyita de animación que es "Kubo y las dos cuerdas mágicas" (2016) y que no me ha defraudado moviéndose con habilidad en el corsé de la franquicia y con un guión tan previsible de una Christina Hodson que deja sin embargo algunos detalles que apuntan maneras.

Las miradas humanas y animatrónica de Hodson y Bumblebee poseen la química necesaria para que empaticemos con ambos y prefiguran el futuro que nos aguarda a la vuelta de la esquina.

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