Tal cual el título de la crítica, esta película del diligente Stephen Sommers parece una especie de parodia del cine de James Cameron, y yo me atrevería a decir que, efectivamente, ese es su cometido.

Para disfrutarla como es debido no hay que tomársela en serio, hay que obviar los atentados a la lógica y al sentido común presentes en todas y cada una de sus escenas, no obcecarse con los míseros efectos digitales, así como abrazar unos personajes tópicos y un argumento predecible.

Si consigues lo anterior, enhorabuena, te lo vas a pasar pipa con esta mezcla de comedia, acción, terror y cutrez entrañable. Tiene un ritmo monstruoso, sin tiempo para respirar. Consta de una buena dosis de disparos, litros de sangre, sarcasmo y tontería. Es como una serie B disfrazada de superproducción. Tiene una buena ambientación, nocturna, húmeda, metálica. La música no está nada mal, lo que tampoco sorprende si nos fijamos que la firma Jerry Goldsmith.

La película fue un completo fracaso, pero con los años ha crecido su popularidad. Perfecta para quien busque un divertimento sin pretensiones en una tarde lluviosa.