Bazofia infumable, una tortura en toda regla y una vergüenza en cada escena. La tercera parte de esta franquicia es una da las peores películas que puedes sufrir. ¿Sabes esas historias simples de guion bochornoso que eran las anteriores?, pues ésta no llega ni a simple. No hay historia, no hay nada.

La cosa se puede intentar explicar en esto: un Lucas Black que intentan colarnos por un chaval de 17 años la lía parda en carreras de coches. Va a parar a Japón y en su clase todos están metidos en las carreras, donde uno le regala un coche porque le sobra el dinero, y cuando lo destroza, le regala otro. Hay más carreras y otro tío al que también le sobra el dinero le da fajos de billetes para que siga intentando matarse. Su mayor rival es otro crío con fantasías de grandeza que, bueno, le gusta la misma chica que él. Toda esta densa e inteligente trama se zanjará con una carrera en la que el ganador se lleva la tía como trofeo.

Y ya está, esto es todo. De verdad, es que no hay nada más, eso es la película. Resulta hasta sorprendente que consiga hacer buenas las dos anteriores.

¿Las carreras?, no se las puede calificar de escenas de acción, son fantasmadas de un nivel superior, con coches haciendo derrapes imposibles gracias a un cgi bochornoso.

¿Moraleja?.
Para hombres: no estudies, no seas inteligente, no te esfuerces, no trabajes, la vida te lo dará todo hecho, el dinero lloverá del cielo, siempre estarás rodeado de tías buenas, bebiendo champán por el día mientras juegas al parchís con los malotes de tus amigos, y destrozando coches de 20000$ para arriba por las noches.
Para mujeres: no estudies, no seas inteligente, no te esfuerces, no trabajes, tan solo arrímate al prototipo de hombre descrito arriba, siempre podrás ser el trofeo con el que se quedará el más malote de todos; una tía buena que complace a los machotes.

Vomitivo.