Me siento en la obligación de reivindicar esta joya infravalorada del grandioso John Carpenter. La verdad es que ni siquiera entiendo a la gente, a veces de verdad que creo que vivo en una dimensión distinta a la de los demás. ‘Prince of Darkness’ no solo es una grandísima película de serie b, es que es parte del Santo Grial del cine satánico, y por méritos propios.

Para empezar es diabólicamente original. ¿Un acercamiento a la religión desde lo científico? ¿Física cuántica para explicar racionalmente a Dios, al Anticristo, las posesiones o las premoniciones? Esa ambición argumental es única, y aunque requiere cierta suspensión de incredulidad, aceptas las explicaciones, resultan hasta interesantes y es algo que podría dar para debate.

El sello Carpenter está por todas partes. Máxima calidad exprimida del mínimo presupuesto. Un ritmo bastante alocado, mezcla de acción, terror, ciencia ficción y algún toque de humor. Efectos y maquillaje más que decentes. Una música con base cañera, que va mezclándose con otros acordes dependiendo del momento, acercándose a veces más a la espiritualidad, otras a lo siniestro. Esta obra además tiene elementos de toda su filmografía: Un grupo de gente encerrada en un edificio; un asesino silencioso; un horror cósmico que se apodera de la gente… ¿Os suenan?

Por otro lado, en ocasiones parece alguna locura de esas del giallo italiano, y además coquetea con el metraje encontrado, un subgénero que ni siquiera había explotado aún. En la parte interpretativa todos lo hacen bien, a pesar de estar formada por actores semidesconocidos.

Y que me jodan si ese final no es la hostia de bueno. Todo el clímax me resulta excelente, con esa demoníaca muchacha que parece pasárselo tan en grande como nosotros, pero son los dos últimos minutos los que terminan por elevar a la película. Escalofriantes.

A mí me preguntan por una lista de las mejores películas sobre el Diablo, y al lado de títulos como ‘El Exorcista’ o ‘La semilla del Diablo’ pongo ‘El Príncipe de las Tinieblas’, y tan orgulloso.

Ratifico mi valoración otorgándole un honor añadido personal: mi crítica 666.

«Lo que más nos cuesta escuchar… a todos nosotros… es aquello con lo que discrepamos».