Conjunto de tres historias de ciencia ficción independientes entre sí, aunque con el nexo de tratar sobre la autodestrucción de la humanidad desde diferentes puntos de vista, temática y tono.

La primera historia desborda sarcasmo. La mierda que generamos pasa por un largo proceso y vuelve a nosotros en forma de comida. Comida contaminada que nos convierte en zombis. Es asqueroso, preocupante e irónico. Por otro lado, sale a relucir la moda de sacar fotos en cualquier ocasión. Para recordar todos los momentos. Incluso los malos. La escena final retrata ambos temas: ¨¿Recordaremos este momento?¨. Interesante. Tampoco falta la crítica a los medios de comunicación, los debates televisivos y las cúpulas de poder.

La segunda historia cambia el tono de forma radical, pretendiendo ser seria y profunda. Un relato de ciencia ficción para los amantes del género. Un robot dice haber alcanzado el nirvana y en su templo es considerado una reencarnación de Buda. La visita de un técnico para analizar si está estropeado o no, y la posterior llegada de los jefes de la empresa que lo han creado, desembocará en diálogos sobre la naturaleza y existencia humana, sus temores, su futuro y otros temas similares. Este corto puede resultar aburrido por su lentitud, pero es ciertamente original.

El último relato vuelve a cambiar de tono y temática, siendo el más surrealista y cómico de los tres. Explicarlo es complicado, la historia gira en torno a una familia cuya niña ha causado, de forma involuntaria, el fin del mundo. Este fin del mundo se producirá por una bola de billar gigante que tiempo atrás cayó por accidente en un agujero negro. La idea es rocambolesca. También hay aliens involucrados en el asunto. Todo el corto se trata en forma de humor y resulta bastante gracioso.
El final de este relato es el único que deja en el cuerpo una sensación de alegría, siendo, pues, la sensación final de la película.
Quien sabe, a lo mejor un apocalipsis sea justo lo que necesitamos...

Original, amena e interesante.