Me encantan las películas de anime. Como el dicho “una al año no hace daño” y, muchas veces, te llevas una sorpresa muy grata descubriendo films que te llevan más allá (como ‘Akira’ o la maravillosa ‘Your Name’). Pero el caso es que tengo una pequeña relación de amor y odio con ‘Palabras que burbujean como un refresco’, la nueva propuesta de Netflix.

Os voy a contar que, por un lado, me encontré dos personajes principales que me cautivaron y me cayeron simpático desde el minuto uno, pero por otro la trama me ha parecido soberanamente aburrida a pesar de su corto metraje. Es como si la faltase algo de “chicha”.

Quizás sea el hecho de que la animación me haya parecido un poco justa, muy sencillita, nada fuera de lo común, hace que le pidiese un poco más a la historia del chico de los haikus, la chica de la mascarilla y su intercambio de móviles. Más allá de sus dos protagonistas, se desperdicia un poco a los secundarios… me hubiera gustado saber un poquito más de ellos o que hubieran tenido alguna trama secundaria.

Pero claro, la trama no tiene mucho que narrar (y lo hace con un ritmo demasiado lento) por lo que es lógico que no llegue a entusiasmar. Lo mejor que podemos hacer es no pedir mucho a ‘Palabras que burbujean como un refresco’, más que nos cuente una bonita historia de verano, simpática y cargada de buenas intenciones. Poco más, sin grandes aspiraciones.

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