Mucho ha llovido desde que mi yo chiquitín, volviera del colegio a casa, se sentara delante de la televisión, sintonizase Telemadrid (con la dificultad que eso conllevaba siendo de Valladolid) y canturrease el arranque de Bola de Dragón, la famosa serie creada por Akira Toriyama. Muchos años han pasado desde que dejé atrás las aventuras de Goku, Vegeta y compañía, combatiendo por ser el más fuerte del universo contra Celula, Freezer o Bu.

Uno crece y se desengancha de ciertas cosas, en mi caso, del manga. Algo había oído hablar, pero poco había visto de Super en Boing (tan poco y de pasada, que no me atrevo a juzgar), la continuación de las aventuras de estos distinguidos personajes. Un día me crucé con el tráiler de ‘Dragon Ball Super: Broly’ y me trajo tan buenos recuerdos que decidí que tenía que echarla un vistazo.

Es así como regresé a mi infancia. Ahí estaba yo, casi veinte años después sentado en el sofá de mi casa sin poder quitar el ojo a las batallas y rememorando aquel extenso universo y mitología (¿Soy yo o han retocado alguna cosa?). Solo tuve que cambiar el sándwich de nocilla por una pizza.

Es cierto que a la animación la podíamos pedir un poquito más, pero se sigue tratando de los amigos de siempre (aunque eche de menos a los dobladores originales), de las aventuras de toda la vida, de ese toque de comedia y épica que tan bien ha caracterizado siempre a este manga interminable. Incluso aquellos que no la hemos seguido últimamente, no es complicado hacerse una idea de por dónde han ido los tiros argumentales.

Sinceramente, disfruté viéndola y disfruté de una entretenida película de animación que logró sacarme alguna que otra sonrisa. Tengo claro que mis hijos, un día, verán Bola de Dragón acompañados de su padre.

Más en: https://alquimistacinefilo.wordpress.com/