Barry Lyndon nos transporta a la vieja Europa del SXVIII y nos cuenta la historia de Redmond Barry (notablemente interpretado por Ryan O'Neal), un joven huérfano que tras batirse en duelo, amañado, con el capitán John Quin, se ve obligado a dejar atrás sus raíces para embarcarse en una aventura que lo convertirá en el hombre que el destino había propuesto para él.

La cinta técnicamente es una obra de arte, justamente recompensada con sus 4 oscar a fotografía, dirección artística, banda sonora adaptada y vestuario. En la banda sonora Kubrick vuelve a utilizar magistralmente música clásica, imprimiendo un ritmo que si en ocasiones parece lento por la excesiva duración de la película (183m), en otras consigue como nadie crear momentos de tensión interminables que provocan el verdadero goce del espectador. La luz, el vestuario, decorados, los escenarios y los diálogos son sencillamente BRUTALES. En definitiva, técnicamente la cinta es una obra de arte, pero que puntúo con un notable alto ya que la historia, pese a ser original e imprevisible, no terminó de llenarme...tal vez por su excesiva duración.