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Iulianus rating:
8
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June 11, 2013
10 of 10 users found this review helpful
Así hubieran traducido la película de haber sido rusa... Si fuese inglesa, la diagonal del obispo, y va que chuta, en fin...
Es realmente agradable ver una película que trate el mundo del ajedrez desde el conocimiento. Toda la película está sazonada de guiños de complicidad a los verdaderos aficionados al noble juego; las exactas referencias de aperturas y variantes, Fromm era el nombre de un ajedrecista danés del siglo XIX, conocido por un gambito que lleva su nombre para responder a la apertura Bird. Las posiciones, las combinaciones y los abandonos que podemos ver en la película resultan creíbles.
Es curioso que de las 10 partidas con definición a lo largo de la película ocho sean victorias de las piezas negras, lo que me lleva a pensar en el match por el campeonato del mundo Botvinnik-Bronstein de 1951, que acabó 5-5 sin contar tablas y en donde 6 de las 10 victorias fueron de negras, algo completamente inusual en campeonatos del mundo de ajedrez.
Las sutiles alusiones a otros enfrentamientos son evidentes para los amantes del ajedrez: los encuentros Karpov/Kortschnoi en Baguio y en Merano, con Zujar, el famoso parapsicólogo que ayudó a Karpov y aquellos miembros de la secta Ananda Marga que, con sus vestimentas folclóricas, pasaron a formar parte del equipo del disidente Kortschnoi. También desde luego al famoso match Fischer/Spassky, el encuentro que más atención mediática ha despertado a lo largo de la historia.
En la personalidad de Fromm hay de hecho algo de Fischer, aunque también algo de Kortschnoi y Bronstein. En la personalidad de Liebskind veo sobre todo mucho del patriarca de la escuela soviética de ajedrez, Mijail Botvinnik, formidable campeón mimado por las autoridades, quien declaró una vez: "por sangre soy judío, por cultura ruso y por educación soviético".
El juego sucio del equipo soviético también tiene evidentes paralelismos con la realidad (recordemos las quejas de Kortschnoi sobre la situación de su familia en sus dos campeonatos del mundo). El hecho de que un ajedrecista aparezca a mediados del encuentro para ayudar a Liebskind y declare "me han obligado a hacerlo" también era muy característico del tufillo político que se respiraba en el ajedrez de la antigua URSS.
La actuación de Michel piccoli como Liebskind es tan elegante como magistral, uno de los mayores alicientes de la película. El guión es bueno y mantiene el interés en todo momento. El final es sencillamente inolvidable. (Más en el spoiler)
Es realmente agradable ver una película que trate el mundo del ajedrez desde el conocimiento. Toda la película está sazonada de guiños de complicidad a los verdaderos aficionados al noble juego; las exactas referencias de aperturas y variantes, Fromm era el nombre de un ajedrecista danés del siglo XIX, conocido por un gambito que lleva su nombre para responder a la apertura Bird. Las posiciones, las combinaciones y los abandonos que podemos ver en la película resultan creíbles.
Es curioso que de las 10 partidas con definición a lo largo de la película ocho sean victorias de las piezas negras, lo que me lleva a pensar en el match por el campeonato del mundo Botvinnik-Bronstein de 1951, que acabó 5-5 sin contar tablas y en donde 6 de las 10 victorias fueron de negras, algo completamente inusual en campeonatos del mundo de ajedrez.
Las sutiles alusiones a otros enfrentamientos son evidentes para los amantes del ajedrez: los encuentros Karpov/Kortschnoi en Baguio y en Merano, con Zujar, el famoso parapsicólogo que ayudó a Karpov y aquellos miembros de la secta Ananda Marga que, con sus vestimentas folclóricas, pasaron a formar parte del equipo del disidente Kortschnoi. También desde luego al famoso match Fischer/Spassky, el encuentro que más atención mediática ha despertado a lo largo de la historia.
En la personalidad de Fromm hay de hecho algo de Fischer, aunque también algo de Kortschnoi y Bronstein. En la personalidad de Liebskind veo sobre todo mucho del patriarca de la escuela soviética de ajedrez, Mijail Botvinnik, formidable campeón mimado por las autoridades, quien declaró una vez: "por sangre soy judío, por cultura ruso y por educación soviético".
El juego sucio del equipo soviético también tiene evidentes paralelismos con la realidad (recordemos las quejas de Kortschnoi sobre la situación de su familia en sus dos campeonatos del mundo). El hecho de que un ajedrecista aparezca a mediados del encuentro para ayudar a Liebskind y declare "me han obligado a hacerlo" también era muy característico del tufillo político que se respiraba en el ajedrez de la antigua URSS.
La actuación de Michel piccoli como Liebskind es tan elegante como magistral, uno de los mayores alicientes de la película. El guión es bueno y mantiene el interés en todo momento. El final es sencillamente inolvidable. (Más en el spoiler)
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Spoiler:
"Le estaba esperando", declara Liebskind desde la cama del hospital... Jugarán a la ciega, porque el ajedrez es su vida, porque sienten que esto no debe acabar así. Es verdaderamente por amor al ajedrez (quizá por obsesión), no por dinero, títulos o fama. Es porque, a pesar de todo, realmente se admiran. Genial la escena en que Liebskind olvida su pluma, "un regalo de Capablanca" según el mismo confiesa, Fromm, que la ha recogido, rememora entonces la primera vez que se enfrentó con él, en una sesión de simultáneas, cuando sólo era un niño. El maestro quiso volver a jugar con él, a solas.
Lo dicho, de largo, la mejor película jamás realizada sobre el mundo del ajedrez.
Lo dicho, de largo, la mejor película jamás realizada sobre el mundo del ajedrez.