Hitler y sus secuaces torturaron, mataron y exterminaron de forma indiscriminada, sin seguir leyes ni juicios y sin que el pulso les temblara, perdieron su condición de hombres para pasar a formar parte de las alimañas.

Costa-Gavras nos muestra una Iglesia Católica débil ante el holocausto nazi, más preocupada de mantener intacto El Vaticano y sus tesoros que de ser coherente con su doctrina denunciando alto y claro los crímenes multitudinarios y continuos de las SS.

La Iglesia fue informada de todas las tropelías y crímenes que los nazis causaban, aún así su postura fue mas que tibia, los problemas nunca llegan a ser vistos cuando se mira para otro lado.