Película considerada de culto, como, a mi juicio debería serlo casi todo en lo que este o haya estado involucrado Larry Cohen, dirigido por el especialista, y poco prodigo, en cine de terror William Lustig, en la que se nos narra una magnifica historia sobre un policía al que asesinan tras ser encarcelado y vuelve de la tumba para hacer una escabechina entre la ciudadanía y algún que otro ex compañero que se le ponga por delante, sembrando la lógica inquietud entre el pueblo, los cuales tiran por la calle de en medio y ante la visión de un uniforme no dudan en cargárselo (como verán, este delirante guion, solo podía haber sido parido por la calenturienta mente de Larry Cohen, en una época que no necesitaba de ninguna coartada moral y a la que lo políticamente correcto se la traía al pairo).
El gigantesco y entrañable policía maniaco (Robert Z'Dar), es ya prácticamente un icono para los aficionados al género y además tenemos a un jovencísimo y aquí algo pavisoso Bruce Campbell como el sospechoso del asesinato de su mujer, después de que esta le pillara poniéndola los cuernos con una pedazo rubia compañera de faena.
Parece ser que el dúo Cohen/Lustig, están tratando de poner en marcha una cuarta parte, la cual sería muy de agradecer.
Recomendable.