Escribir una crítica de Sherlock es fácil. Basta con decir que es una de las propuestas más perfectas que s ehan visto en televisión (bueno, o en ficción en general) en los últimos años.
Lo tienr todo. Es divertida, brillante en sus diálogos, apasionanante en su desarrollo, taquicárdica en su tensión narrativa, precisa en su descripción de personajes y ambientes. Es, simple y llanamente, algo muy cercano a su perfección. Por supuesto, no siempre es igual de brillante, claro está. El segundo episodio de la primera temporada es algo más flojo, y el de Irene Adler, a pesar de ese extraordinario comienzo, acaba volviéndose algo farragoso y confuso. Pero es todo tan bueno, tan inteligente, tan lleno de detalles y regalos visuales (los mensajes de móvil o de Internet en pantalla) y narrativos que da gusto verlo.
Y si encima están ahí unos soberbios Martin Freeman y Benedict Cumberbatch como una de la sparejas televisivas más gloriosas de la historia, lo que queda no es sino una obra maestra de la pequeña pantalla, que le da sopas con hondas al 80% del cine que se produce anualmente en cualquier país. Un lujazo para el espectador.

Lo mejor: Todo
Lo peor: Nada