Como siempre, la BBC entrega una pieza exquisita de televisión con esta nueva adaptación de Jane Eyre, la inmortal obra maestra de Charlotte Brönte.
Esta Jane Eyre tiene todo lo que engancha de la novela y además lo sirve en forma de plato de exquisito gusto, con unos vestuarios, decorados, música, fotografía, diálogos y actores excelentes.
El problema es que cinco años después Cary Fukunaga demostró, de la mano de Mia Wasikowska y Michael Fassbender (los Jane y Rochester perfectos para quien esto escribe, por edad, físico y talento), que se puede adaptar la novela en dos horas perfectamente, incluyendo todo lo importante y eliminando las escenas más superfluas, y encima con una narración in medias res, mucho más original.
En definitiva, una adaptación estupenda y un goce para los sentidos pero no es lo mejor que se ha hecho.

Lo mejor: La cuidadísima producción. Una absoluta maravilla.
Lo peor: Que después ha habido una adaptación aún mejor.