Una preciosidad de western.
Dirigida por el maestro Vidor, uno de esos directores que hacían fácil lo difícil. Un auténtico artista. Hay que ver con qué simplicidad, qué vigor, qué alegría y qué economía narrativa nos cuenta una magnífica historia de múltiples lecturas para solaz del espectador sin olvidar un trasfondo de lo más interesante.
Con un Kirk Douglas inmenso como siempre ( a mí sus toques histriónicos me encantaban), encarnando a un espíritu libre que se verá mezclado en un conflicto entre ganaderos y donde deberá tomar partido a pesar de sus convicciones, cuando los pequeños propietarios delimiten los terrenos con alambradas poniendo así fronteras a la tierra que es de todos, para protegerse de la avaricia y ambición del gran capital, encarnado por la bella Jeanne Crain.
Con un guion portentoso, tenemos pues una historia bien contada, repleta de grandes momentos. Historia de ambición, iniciación, avaricia, deseo de libertad, abuso de poder, egoísmo, independencia...Todo ello contado con una síntesis asombrosa y buen hacer.
Kirk Douglas odia las alambradas que delimitan las tierras. Pero también odia a los que pretenden monopolizarlas.
Muy pocos votos veo que tiene esta película. No lo merece. Es un gran western en mi opinión.