Se supone que esta película es de esas que pretenden reflejar la vida, que es "dura como la vida misma" y todos esas tonterías que se dicen sobre algunas películas. Ken Park es una tomadura de pelo. Cuando terminas de verla, te da la impresión de que las supuestas historias de adolescentes desgraciados son la máscara para rodar tres o cuatro escenas "escandalosas" con las que dar salida a la cinta.
Para ser sincero, las historias, irregulares y para nada creíbles, podían haber dado para más, si el guionista, aquí también director, se hubiera sentado un poco más a la mesa y se hubiera estrujado un poco más los sesos. Qué va, todo es una excusa para llegar a esas escenas, colocadas porque sí, ya que no ayudan nada al desarrollo del argumento.
Todo daba para más en esta película, pero el director prefirió centrar sus energías en saciar sus fantasías onanistas y hacernos partícipes de ellas. Sencillamente, en la película sobran, no contribuyen a nada, salvo para bufar a los más sensibles. Me pasó igual que con Nine Songs, de Winterbottom.
El film no tiene más interés. Es una simple curiosidad sin contenido ni nada por lo que merezca ser recordada.